Decidido y veloz apunta
el pájaro
hacia el pesado párpado
crepuscular y en sombra
del final del verano.
El vuelo es vertical en
el instante
de luz máxima. Y no se sabe
qué hay después.
La luz arde. Lo
incandescente
en la pulida cáscara de
las últimas cosas
las ha vuelto intangibles
y todo
lo que solíamos llamar la realidad
hoy se despide
de esta manera
espléndida.
Y deberíamos temblar tal
vez, y andar buscando
como a tontas y a locas
una madre
en donde guarecernos del
fulgor, y sin embargo
tanta potente luz nos
deja boquiabiertos.
Mientras tanto, hundido está
en la grieta de las últimas cosas
imperceptible el tiempo.
Deberíamos
llorar por el adiós que
anticipamos próximo,
abandonarnos al dolor
y sin embargo
tanta
tanta potente luz.
Poema de Raquel Jaduszliwer publicado en el libro Los panes y los peces, Editorial De Los Cuatro Vientos, que ganó el Primer Premio Internacional de Poesía 2011 de la editorial.
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