martes, 30 de noviembre de 2010

La Dama de la Torre: capítulo 39

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CAPITULO 39

Desvaída, la Dama de la Torre esta perdiendo sus colores originales. Parece no decidirse entre el desmayo y la exasperación, la neurótica exaltación de lo vital. A su lado, el famoso bandido otea un horizonte sin concesiones, quebrado permanentemente por las altas torres de la ciudad que el soñó llena de cúpulas. Donde estuvo el error? Sucesos catastróficos deberían avecinarse, dada la rigidez del género, y su estricto sometimiento a reglas y convenciones. Sin embargo, solo ven callejuelas donde pensaron avenidas, miserables cuartos de hotel donde adivinaban lujosas y tétricas suites regias. Desembarcaron en una ciudad que imaginaban, y se encontraron en una ciudad cualquiera. No advierten siquiera que el cruel Sir Antony Parsons desembarcó tras ellos. Qué harán ahora?


Automáticamente, la Dama de la Torre piensa en huir. Acaso no ha huído siempre? Acaso no la han oprimido de manera sucesiva y monótona el pomposo caballero Guillaume de la Tour, Leontino Melazzi,el florido corteggiano, el peligroso ermitaño y ahora el terrible Bairoletto? Hacia dónde se inclinará Lady Chevesley? Hacia dónde se inclina Buenos Aires, que oscila peligrosamente entre lo normal y lo sórdido? Multitudes elementales y leves se pasean, distraídas, contemplando vidrieras donde se ofrecen artículos de exportación. Carromatos de cadáveres desnudos giran en torno a las estatuas, en una ronda sin fin. Puede observarse (cualquier observador con un mínimo sentido crítico lo haría) que no tienen a donde dirigirse. De donde pueden deducirse cementerios colmados, nichos que no dan mas, bóvedas abarrotadas, o, mejor, que la misma situación, que la medula misma del problema ha sido vulnerada, y no le queda mas, ahora, que reproducirse, que obedecer a la obsesiva mecánica de la repetición.

Lady Chevesley está desconcertada: no sabe cómo restablecer la acción, que para ella es solo huída, impulsos sucesivos que la arrancaron de la Torre y la arrastraron a la fortaleza de L'Arbre sur l'Oise, a la Ermita, o a las fértiles llanuras italianas que los bandoleros cruzaban utilizando las indudables ventajas de la exhalación. Las calles como fosos y las torres la sumen en una ensoñación extravagante :cree, por un momento, haber regresado a la Plataforma de Elsinore, el rio le parece el mar, las barrancas le parecen escaleras por donde Sir Antony Parsons asciende, al acecho. Ignora que el, efectivamente, esta al acecho, resguardado, oculto, por la estructura casi ósea de la calle que los envuelve. La Dama de la Torre cree estar frente a un castillo, pero se trata tan solo de un antiguo caserón. Lady Chevesley no conoce esta palabra, este aumentativo insólito, despectivo, y a la vez con cierta solemne nostalgia. El terrible Bairoletto, por su parte, nunca le ha dado demasiada importancia a las palabras. Caserón, casita, casa, para el son sinónimos. La calle se desenvuelve sin tráfico, asolada por la quietud. Las casas se alinean como soldados de un ejercito que adivinara de antemano su derrota, y los árboles se ciernen sobre ellas como oficiales de alta graduación. Qué harán, qué harán ahora? Por un instante, se quedan quietos, sin decidirse a entrar.

Y así están: ella acurrucada, como un ser indefenso que se prepara para lo imposible. El, inmune como el delito, y como el delito, esencial, inclinado levemente hacia adelante, en una actitud elíptica, que quiere ser fugaz, y que sin embargo, se sabe decisiva.



Pero aunque no lo saben, es una trampa, o mejor dicho, un nudo de la memoria: cómo reestablecerán la acción? Por qué se han atascado los mecanismos de la novela? A qué se debe esta mudanza del tiempo en un lugar donde el tiempo nunca pasa? O es que como Lady Chevesley oscuramente intuye, el tiempo pasa sin transcurrir?

Y cuando el nudo se deshaga, tendrán que separarse.

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jueves, 25 de noviembre de 2010

Laberintos y neuronas

DIALOGO CON LORENA RELA, DOCTORA EN BIOLOGIA

 El cerebro es la parte del cuerpo que menos conocemos y que presenta enigmas nada fáciles de solucionar. Lorena Rela cuenta sus estudios sobre neurogénesis y la formación de circuitos neuronales.

–Usted es doctora en Biología y volvió con el programa de repatriación... ¿por qué no me cuenta por qué volvió? Cambié, como ve, mi clásica pregunta inicial. Esta no es una pregunta fácil, como la clásica “¿qué hace?”, porque volver no es fácil.
–Contarle qué hago tampoco... En mi caso, de todos modos, es mucho más fácil contarle por qué volví que lo que hago. Porque yo nunca me fui con intención de quedarme afuera. De hecho, fue difícil la decisión de irse, tuvimos que sopesar demasiado, con mi pareja, las ventajas entre irse y quedarse.

martes, 23 de noviembre de 2010

La ciencia en Argentina y Una gloria silenciosa

Una gloria silenciosa. Dos siglos de ciencia en la Argentina. Miguel de Asúa Libros de El Zorzal, 311 páginas










Es muy posible que sean los aires del Bicentenario, pero lo cierto es que la publicación de dos textos como los que comento aquí fueron más que oportunos. Comento, bueno, no exactamente, lo principal es decir que se empieza a cerrar el bache historiográfico que rodea a la historia de la ciencia en Argentina desde, si no me equivoco, los antiguos libros de José Babini: el libro de Miguel de Asúa es un exitoso intento, al que, supongo, seguirán otros, más ambiciosos y profundizando más y más.

La ciencia en la Argentina. Un proyecto inconcluso (1930-2000). Diego Hurtado Edhasa, 244 páginas
 
En cuanto al libro de Diego Hurtado, qué decir: es una historia de la ciencia y los proyectos científicos (inconclusa, como dice el título), donde se reflejan los sucesivos fracasos en el intento de construir la “Big Science” por estos parajes, debido a los avatares políticos que sufrió nuestro país. Hurtado hace una historia que pivotea sobre lo institucional y lo social, sobre las relaciones entre la periferia del mundo desarrollado y el centro mismo.
Es de esperar que haya uno, dos, tres, mil libros excelentes como éstos, que indaguen en las causas de nuestros reiterados fracasos y nuestros modestos éxitos.
En todo caso, dos libros imprescindibles

viernes, 19 de noviembre de 2010

Una voz en el teléfono



Las ventas telefónicas se han convertido en una nueva forma de vida, en una dimensión existencial diferente, que jamás hubiera soñado un hombre medieval. Cuando alguien te llama para venderte algo, te saluda por tu nombre de pila, emite un inesperado arrullo y arremete ofreciéndote la felicidad por pocos pesos, comprendés por fin que el mundo te quiere y que la tan mentada soledad del sujeto posmoderno no es más que una patraña académica. Pero no siempre uno se da cuenta.

–¿Hablo con Leonardo? –me preguntó una voz.

–Sí, naturalmente, ya que llamó a mi teléfono.

–Mirá –dijo la voz–, habla Yanina, del cementerio tal y tal, y estoy ofreciendo parcelas a precios módicos.

–La verdad es que no tenía pensado morirme a muy corto plazo.

–Me imagino –dijo Yanina con una risa medio tonta–, pero podrías suicidarte.

–Mirá, no lo había pensado –dije, y era verdad.

–¿No considerarías la posibilidad? –dijo Yanina–. Justamente tenemos un kit de suicidio perfecto, indoloro, rápido, y si comprás la parcela, te lo bonificamos. No tenés que pagar ni un peso.

Lo del kit sonaba interesante, pero no me dejé tentar.

–No –dije con firmeza, y Yanina cambió de estrategia:

–Pero yo te ofrezco una parcela, no un entierro. Justamente, podés pagarla a largo plazo y así cuando te mueras tenés el problema solucionado.

–Y decíme –pregunté–. Yo tengo una familia tipo. ¿Hacen descuentos?

–¡Por supuesto! –me contestó Yanina–. Tenemos tumbas familiares, con dos lugares para adultos y dos para niños.... imagináte que te estrellás con el auto y muere toda su familia.

–No tengo auto...

–Bueno, un avión.... un helicóptero...

–...

–Una guerra atómica...

–Pero decíme. ¿Vos pensás que si hay una guerra atómica alguien se va a preocupar por el lugar donde lo entierran?

–No lo sé –dijo Yanina, que obviamente no había calculado el caso–. Si querés, te llamo la semana que viene.

–La semana que viene me mudo a Tailandia.

–Te llamo a Tailandia, no te preocupes, allí tenemos sucursales....

–Bueno –dije.

–Te llamo la semana que viene.

Pero a los pocos días me empecé a preocupar. ¿Y si de repente sí se me ocurre suicidarme? ¿Y si me atropella un caballo y me pisotea la cabeza? ¿Y si un elefante enfurecido me ataca en mi próxima expedición al Africa? Sin hablar de las enfermedades rápidas o lentas, de un ataque terrorista, bombardeos, guerras... La verdad, decidí, había sido injusto con la pobre Yanina, me había portado asquerosamente con alguien que sólo me había dado amor y simpatía y que se había ofrecido generosamente para ayudarme.

Pero, ¿cómo encontrarla? Quería pedirle perdón, estaba dispuesto a comprar tumbas para mí, para todos mis amigos, y aun para mis enemigos (deseando, en este caso, que se llenaran cuanto antes). ¿Y Yanina? ¿Tendría ya su tumba asegurada? Pero Yanina se había desvanecido en el más allá.

Poco después me llamaron para ofrecerme un caballo de carrera, una operación de vesícula, una cuenta de banco que me permitía comprar un helicóptero si se me ocurría, y al mismo tiempo asistir a las reuniones de la alta sociedad, un reloj tallado en un solo diamante, un cuadro falso de la Virgen de las Rocas exactamente igual al que aparece en El código Da Vinci... decía, con remordimiento, que no, y preguntaba por Yanina.

Me ofrecieron una manzana envenenada para librarme de amigos o enemigos molestos (no de vendedores, desde ya, ya que ellos hacen todo por teléfono). La verdad es que lo de la manzana envenenada me interesó (pensé en Blancanieves, en Eva, en Guillermo Tell), y compré un kilo. Debo reconocer que tuvo un éxito impresionante: me liberé de mi mejor amigo, de varios alumnos molestos, de un ex pasante cargoso, de una tía que me dejó una herencia interesante. También compré tubos de oxígeno, nitrógeno líquido, un quirófano, un frasco de formol que contenía un nudillo de las robadas manos de Perón, una momia apócrifa de Tutankamón... pero detrás de cada compra, detrás de cada respuesta a cada vendedor o vendedora me roía la nostalgia y la culpa y preguntaba si conocían a Yanina. Ella había sido, al fin de cuentas, mi única amiga, la que primero me había llamado, la que mejor me había comprendido y querido en este desgraciado mundo.

Pero nadie sabía nada de Yanina. Nadie había oído hablar de ella. ¿No habría sido un fantasma? Al fin y al cabo vendía cosas relacionadas con el otro mundo.

Hasta que un día: –Habla Yanina –dijo la voz en el teléfono.

–¡Yanina! –dije, sin poder creer en mi suerte–, ¡al fin! ¡Te compro el cementerio entero, con el kit de suicidio incluido!

–Ah –dijo Yanina–, pero es que ahora ya no vendo tumbas, sino un jarabe que te garantiza una vida eterna y plena.

Me quedé desconcertado ante la magnitud de la traición.

–¿Cómo pudiste hacer algo así?

No se inmutó.

–El jarabe viene con un manual de yoga para mantener el equilibrio emocional y un curso de fakir para caminar sobre el fuego sin cargo.

–¿Entonces no era por mí que lo hacías? –pregunté, incrédulo–, ¿entonces no te importaba nada mi última morada?

–¡Vivir para siempre! –exclamó Yanina–, ¿te imaginás? El jarabe es seguro y no puede fallar y hacemos descuentos familiares y por cantidad.

Colgué el teléfono sin despedirme y corté el cable con una motosierra comprada poco antes. ¡Entonces no era verdad! ¡Era todo mentira! ¡Yanina me había engañado y yo no le importaba nada! ¡Sólo la guiaba un burdo interés comercial!

Me quedé sentado largo rato contemplando el inmenso vacío de una vida sin compras telefónicas. Y lo peor es que ni siquiera podía suicidarme de desesperación porque no me había asegurado mi parcela.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Vida y conservación de las lenguas

 ENTREVISTA A ANA CAROLINA HETCH, ANTROPOLOGA SOCIAL POR LA UBA, DOCTORA E INVESTIGADORA DEL CONICET


¿Se deben conservar las lenguas locales? ¿Y por qué? Para averiguarlo, el jinete hipotético conversó con una especialista en el asunto, que estudia justamente ese problema.

–¿En qué trabaja?
–En temas de antropología lingüística y educación intercultural bilingüe. Dentro de la antropología lingüística, trabajo con las lenguas indígenas en la Argentina. Es un tema un poco desconocido en general: la gente no sabe que hay muchas lenguas indígenas habladas que permanecen muy vigentes hoy en día...
–También hay muchas que se perdieron, ¿no?
–Sí, claro. Además es un tema que está medio de moda a nivel mundial: el de las lenguas amenazadas. Yo trabajo con la lengua toba, que es una lengua de la familia waicurú de la zona del Gran Chaco; una comunidad que migró y está acá en la provincia de Buenos Aires.
–¿Y hablan o entienden?
–Yo trabajé allí con los niños de esa comunidad toba migrante donde justamente lo que pasa es que entienden la lengua, pero no la hablan.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La Dama de la Torre: capítulo 38

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CAPITULO 38

El Abasto ya no es lo que era. No solo no es lo que era cuando el Jefe de Policía, entonces un ambicioso teniente en ascenso, lo vigilaba y sostenía ocasionales partidas de billar con el temido Bairoletto. En este preciso instante de la historia y la literatura, tampoco es lo que era hace algunos meses, o unos pocos años, con su paisaje tropical de fruta podrida pisoteada en las veredas, y esos sórdidos camiones entrando y saliendo con la basura que mas tarde consumirá la ciudad. El enorme edificio muerto esta en el limite justo, del recuerdo, y corre el riesgo mas grande que les cabe a los objetos : transformarse en literatura. El Comisario Inspector encontró, sin embargo, un bar cuasi deforme, sobre el que no se han precipitado aun los nuevos tiempos en que el Abasto será una parodia de San Telmo, que a su vez es una parodia de quien sabe qué. Aquí hay aun una escarcha de grasa fría que recubre las paredes, como una tela verdosa e inmunda que les sirve de tapizado. Aquí estaremos bien ocultos? Aquí estará segura la lógica joven, en territorios que, con toda probabilidad, el Jefe de Policía no intentará rastrillar en busca de lógicos escondidos ? Hasta las moscas, que antes pululaban sobre mares de verdura, se han ido. Qué hacemos nosotros aquí, entonces: Obedecemos a la fuerza de la costumbre, al fluir del peor de los vicios humanos : la novela.

-Tenemos que trazar un plan de acción digo, después de que el mozo depositó nuestros cafés sobre la mesa.El mozo me parece inhumano y es que,en verdad, lo es.Proviene de una época que acaba de perecer,y con toda probabilidad,pereció con ella,ya que no será capaz de adaptarse a los nuevos tiempos Tenemos que encontrar al autor de todo esto antes de que el Jefe de Policía la encuentre a ella La lógica joven entrelazó los brazos en una trenza perfecta Por empezar,me gustaría investigar la misteriosa conexión telefónica entre la finca del Anticuario Mayor y el barrio de los ataúdes.Estoy convencido de que era Avelino Andrade el que atendió el teléfono.Ese hilo de investigación puede llevarnos hasta donde tienen oculto al Anticuario Mayor .

-O a su cadáver dijo el Comisario Inspector

- Usted piensa que lo asesinaron?

-Podría ser.No descartemos la hipótesis de que,una vez terminados los lógicos, se la agarren con los anticuarios.Por otra parte, de que utilidad puede serle a nadie el Anticuario Mayor? No sirve para nada en los espacios abiertos.

-Justamente por eso sostengo que esta secuestrado.En una celda pequeña.

-Touché admitió el Comisario Inspector ,con bastante indiferencia Además,admito que el asesinato del Anticuario Mayor es una catástrofe demasiado grande como para imaginársela,lo cual es un buen argumento para que no haya ocurrido.Bien. Y entonces? Qué propone usted?

-Primero,ubicar a Avelino Andrade y averiguar qué pasó con el sindicato combativo.En una de esas,el sindicato combativo secuestró al Anticuario Mayor.

-No lo creo -dijo el comisario inspector los sindicalistas combativos no suelen secuestrar anticuarios.

-También sugiero una charla con el presidente de la cámara de fabricantes de ataúdes.Tercero, rastrear los negocios de antigüedades,para ver el impacto que la desaparición del Anticuario Mayor produjo en el mercado.Allí bien puede haber otra pista.Y,last but not least, con el embajador inglés.

-En ese orden?

-No necesariamente- admití.- Incluso podríamos dividirnos la tarea y mantenernos comunicados por teléfono.

-Los teléfonos no son muy de confiar hoy en día,pero igual.Esta bien.yo me encargo de Avelino Andrade y del traficante de ataúdes. Usted de los anticuarios y del embajador de Inglaterra.Y mientras voy de un lado a otro, seguiré leyendo La Dama de la Torre .

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jueves, 11 de noviembre de 2010

Entre los metales y la pared

ENTREVISTA A JOSE OLABE, PROFESOR DE LA FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS, INVESTIGADOR DEL CONICET
 Esta vez al jinete hipotético le costó bastante seguir el diálogo, perdido entre metales, ligaduras, ligandos, ligantes y otras yerbas químicas. Necesitó mucha paciencia para abrirse camino en el mundo invisible de los átomos y las moléculas.

–Usted se dedica a la química de coordinación, según tengo anotado acá..., ¿qué es eso? ¿Coordinación de qué?
–Yo adopto la química de un grupo específico de materiales: los metales de transición. Son aquellos que están en la zona del medio de la tabla periódica. Son un conjunto grande de sustancias que tienen como particularidad estructuras electrónicas definidas por la ocupación de un tipo particular de orbitales (que no son los que están en juego en los metales convencionales como el sodio o el calcio). Hay varias series: los más abundantes son los de la primera serie...

martes, 9 de noviembre de 2010

Globalización


La globalización del mar Mediterráneo, que Roma logró imponer hacia el siglo I de nuestra era, fue un proceso arduo y lento. Al fin y al cabo, la que alguna vez sería “ciudad eterna” nació como un grupo de chozas dispersas en siete colinas alrededor de pantanos miserables; una pequeña población de campesinos que tomó buena parte de su cultura de la poderosa y rica Etruria, ubicada justo al norte, y que cada tanto la invadía y la conquistaba. Roma necesitó varios siglos para unificar Italia (ocupando la “madre patria” etrusca y las ciudades griegas del sur) y convertirse en una potencia del Mediterráneo occidental.

Y un siglo más en derrotar a la potencia rival, Cartago, y aniquilarla de una manera tan absoluta y radical que nunca pudo resurgir de sus ruinas. En los dos siglos que siguieron, el imperio se redondeó (literalmente) con lo que hoy se conoce como Inglaterra, Francia, España, Marruecos, Libia, Egipto, Israel, El Líbano, Siria, parte de lo que hoy es Turquía y la península balcánica hasta que el Mediterráneo (limpiado de piratas en la época de Augusto) pudo ser pomposamente denominado “mare nostrum”. Hacia finales del siglo I la política expansiva estaba terminada (salvo algunos intentos que sólo dieron como resultado desastres militares) y se había constituido una frontera sólida, el limes, que recorría los ríos Rin y Danubio, y en Africa, hacia el sur, el desierto del Sahara. Roma se protegía con fronteras naturales de los pueblos “bárbaros” que trataban de introducirse en el imperio, atraídos por su riqueza y las posibilidades de desarrollo que ofrecía. La frontera, desde ya, siempre fue porosa, pero la filtración estaba rigurosamente controlada mediante un rosario de estados tapón, aliados o vasallos que actuaban como una especie de fuelle frente a la presión de tribus que provenían del norte de Europa o del Asia central.

Lo cierto es que al promediar la dinastía de los Antoninos (96-180), y muy especialmente durante el reinado del gran Adriano (117-138), el Imperio alcanza su máximo esplendor y riqueza. Adriano se retira de las zonas indefendibles, establece tratados con los reinos inconquistables como el de los partos, refuerza el sistema de estados tapón y construye una muralla que atraviesa toda Inglaterra para sellar la frontera frente a las tribus escocesas que presionaban sobre las ciudades romanas. El Imperio se convierte así en una sólida unidad política, económica y cultural, con líneas de comercio que se extienden hasta la India y China misma, y desde ya, un tráfico intenso con las tribus bárbaras o semibárbaras limítrofes, cuyos jefes, admiradores de la cultura y el esplendor romano, solían, dicho sea de paso, enviar a sus hijos a formarse en Roma, del mismo modo que los aristócratas romanos mandaban a los suyos a estudiar a Atenas.

La globalización romana respetaba tradiciones, idiomas, gobiernos y hasta monedas, leyes y religiones locales, siempre y cuando no entraran en conflicto abierto con el poder central: en ese caso la invasión, ocupación y castigo eran inmediatos y devastadores y las legiones se encargaban de reestablecer rápidamente las libertades romanas.

Sin embargo, había procesos de fondo que minaban lentamente la salud del Imperio. La frontera, aunque no se lograba forzar (y no se logró hasta el año 410), era mucho más porosa de lo que se advertía y permanentemente los habitantes de los estados fronterizos se establecían cerca del limes, y en muchos casos en la misma Roma. El fin de la política de expansión externa (que implicaba escasez de esclavos) ofrecía mucho lugar para quienes quisieran encargarse del trabajo sucio o despreciable.

Por otra parte, la política de reclutamiento de los ejércitos empezó a variar lentamente con la progresiva incorporación de elementos “bárbaros”, muy dispuestos a elegir ese camino fácil hacia la ciudadanía. Ayudados, claro está, por el hecho de que los propios ciudadanos, con el aumento de la riqueza general, no tenían muchas ganas de aguantarse veinte años de milicia para retirarse a un lote de tierra y practicar los consejos de Virgilio. La misma guardia pretoriana, cohorte personal del emperador, llegó a estar constituida por dacios o ilirios, que no tenían mucho inconveniente en imponer un emperador de su propio origen a cambio de promesas de dinero más o menos pasibles de ser cumplidas.

Además, las tropas estacionadas en el limes, que poco a poco empezaron a reclutarse entre las poblaciones locales (de un lado y otro de la frontera), tenían de hecho una relación mucho más directa con los habitantes allende la frontera que con el centro de poder imperial; mal podían ejercer hasta el fin su misión represiva. La pavorosa crisis interna del siglo III, en la que las luchas civiles amenazaron con desintegrar todo, reforzó estos procesos y convirtió al Imperio en una enorme isla de riqueza defendida por ejércitos más ligados a sus connacionales de afuera que a la perduración de Roma.

Así y todo, Roma tiró cien años más, usando todo tipo de recursos: entre ellos una religión centralizada (el cristianismo); división administrativa, sustitución del emperador por dos y luego por cuatro emperadores (lo cual inexorablemente llevaba a la guerra civil), adopción de medidas de índole político-económica (fijación de los campesinos a la tierra y de los artesanos a su oficio), control de precios, devaluaciones, cesión de amplios territorios a las tribus, permitiéndoles asentarse en territorio romano como “huéspedes temporarios”, un sistema que no era sino el remate de la progresiva extranjerización de los ejércitos en los lugares de frontera.
Pero la dinámica de las poblaciones fue más fuerte que cualquier política que el Estado romano pudiera, supiera o quisiera implementar: al comenzar el siglo V, algún motivo (quizá una sequía prolongada), puso en movimiento a las tribus del Asia central, que empezaron a presionar a las vecinas y a arrojarlas sobre el Imperio. En el año 410 fue forzada la frontera del Rin, que nunca se cerraría ya del todo. Poco después, en 476, Odoacro, rey de los hérulos, tomó la capital (que ya no era Roma sino Ravena), depuso al último emperador y mandó las insignias al emperador de Bizancio. El Imperio Romano, que había dominado Occidente por quinientos años, se había terminado.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Con las células madre en la mira

DIALOGO CON RAFAEL PAGANI, LICENCIADO EN GENETICA DE LA UNAM, DOCTOR EN BIOLOGIA POR LA UBA
 A veces cabalgando, y otras veces volando como una mosca, el Jinete Hipotético sigue recorriendo los caminos de la vida, que en esta ocasión lo han llevado a la fuente original: las células madre.

Por el hipotético jinete de la nada


–Mire, yo empiezo siempre estos diálogos preguntando en qué está trabajando y mucha gente me dijo que está podrida, así que este diálogo no lo voy a empezar preguntando en qué está trabajando.
–Bueno, básicamente yo estoy llevando a cabo dos líneas de trabajo. Una que tiene que ver con aprendizaje de memoria en moscas, que es una continuación de un trabajo que estuve haciendo en el exterior. Yo descubrí un mecanismo que podríamos llamar de aprendizaje por inducción de memoria de la adulta. Era algo que estaba descripto desde 1800 pero no se conocían bases mecanísticas. La otra línea tiene que ver con el estudio del rol de las células madre en el envejecimiento.
–¿Qué le parece si, para que entre el diálogo en esta página, nos focalizamos en la segunda de las líneas?
–Me parece, me parece.

martes, 2 de noviembre de 2010

La Dama de la Torre: capítulo 37

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CAPITULO 37

Acodada en la barandilla del barco, que puede ser ya el Queen Mary, ya el Enrico C, la Dama de la Torre piensa que no hay nada mas impresionante que la construcción de la memoria. Porque al fin y al cabo, qué se puede recordar?

Una siesta veraniega, un día junto al mar. O bosques, o aromas. Muchas veces, ciudades, o caminos entre ellas, y en ese caso se recuerda solo el camino, y no lo que se ve a los costados, o el cadáver de un penitente, tendido en la cuneta, en posición fetal, y aherrojado por la pesada carga de sus cilicios. Todo esta, naturalmente, quieto. El aire parece no moverse, como si fuera una piedra traslúcida. Aquí y allá, sonidos dispersos van definiendo los límites del escenario, marcan el volumen de la escena y evitan que se desmorone sobre sí misma. Dos o tres palabras entrecortadas de tal manera que parecen susurros, llegan desde el interior de la casa. Otras, desde más atrás. Es una mansión victoriana,agobiada por el flujo ininterrumpido de una siesta densamente moral.Inevitablemente zumban insectos que han resuelto ignorar esa quietud momentánea pero obligatoria.Pero es el zumbido lo que se recuerda,no los insectos.Apenas un sonido que se desplaza invisible,y luego se disuelve en la luz monótona,inmóvil.Todo parece antiquísimo y envuelto por cierto candor,hasta los objetos mas recientes parecen cosas de la infancia.La escena,sin embargo,es compacta,esta bien armada.Incluye incluso el olor de ciertos scones que pertenecen a otra escena,que solo sucederá unas horas más tarde,y que por alguna razón,no será recordada.

Y entonces aparece el cable de la electricidad.Un cable grueso,que serpentea por el pasto y se interna en un cobertizo (que esta fuera del limite del recuerdo) para alimentar el funcionamiento de las máquinas. Y que puede tener que ver un cable con el recuerdo? Como ubicar la electricidad en la memoria? Si la memoria es solo roce,sensaciones de contacto,el puro mundo de lo mecánico,de lo absolutamente simple! No puede haber electricidad,ni cables! Todo lo moderno debe ser automáticamente excluído. Y entonces? Como deberemos fragmentar la escena , como suprimir al intruso ? Podrá Lady Chevesley borrar ese pedazo como se borra un compás de una cinta grabada? Y de todas maneras, que haremos de ahora en adelante con las máquinas? Como harán las generaciones futuras para recordar la electrónica,las computadoras,los puntos que titilan en las pantallas y que no parecen ser materia prima apropiada para el recuerdo? Se borrarán,simplemente?

 Y las electrodisipadoras? Cómo puede recordarse una electrodisipadora ? El arte de la memoria terminará siendo sólo una rama de la ingeniería ? Como es que no todo puede recordarse,y como es que no se puede dejar de recordar? los ojos de Lady Chevesley se proyectan hacia afuera,como una interrogación.

-Es que solo se recuerda lo discontinuo dice el terrible Bairoletto En el curso de mis andanza he conocido a muchas madres.Madres violadas, viudas, decapitadas, empaladas, ejecutadas de distintas formas.He matado madres con mis propias manos.En realidad,puede decirse que la carrera de un bandido famoso,no es mas que una sucesión de madres que se desvanecen en sus manos.He conocido madres amantísimas,y madres que sólo lo eran en un sentido biológico,inerte.Y todas ellas coincidían en una sola cosa : la imposibilidad de recordar a sus hijos,salvo la última imagen.La continuidad del crecimiento las desorientaba.Hay que reconocer que la fotografía ha cambiado muchas cosas,estableciendo una nueva base metafísica y física para la memoria.

-Todo esto ya lo sabíamos dijo el Comisario Inspector y no era necesario que nadie se embarcara desde Europa para explicárnoslo.El olvido como garantía de la continuidad de las especies,y la fotografía insertándose en la maternidad como el libro del doctor Spock en la puericultura."Los ciervos se olvidan de los ciervos",dice un proverbio oriental.Bueno,vamos a ver como se las arregla la memoria con el cine y las caseteras de televisión.

Acodado también en la barandilla del barco,el terrible Bairoletto se ofrece paralelo al horizonte y,en cierto sentido,a la línea del mar que el barco va dejando detrás de si.El temible bandido guarda una relación particular con el mar. Por eso lo enfrenta como un interlocutor valido,no como un hombre que de pronto se empequeñece ante el prodigio.El mar es lo indeterminado,y el celebre Bairoletto encarna lo específico : el delito,el extremo de la abstracción.Los peces,piensa,no pueden delinquir.La culpa no les pertenece,no existe entre ellos,no les es propia.La culpa es nuestra construcción,lleva nuestra marca,nosotros la fabricamos y luego la arrojamos sobre el animal,las especies indefensas,ya sea la vaca que destruye un alambrado,o el asno que de una coz rompe la frente de un idiota.Estas reflexiones lo llevaran muy lejos,de una manera u otra,hasta construir la abstracción simétrica,la ley. Como se la imagina? Encarnada en un cuerpo pequeñito,casi infantil,casi esférico. Es que puede corporizarse la ley? Y que puede hacer la ley,corporizada o no,frente al delito? Revivir el cuerpo muerto,reconstruir el objeto robado y hecho añicos,devolver la vida a la madre degollada,reemplazar el tiempo perdido? No. Y entonces,de nuevo: qué puede hacer la ley frente al delito? Casi nada : apenas cruzarse con el,como dos focos potentísimos que por un instante se enfrentan y se encandilan mutuamente.

Lady Chevesley,perpendicular al mar,se acurruca contra su amante.El barco parece moverse impulsado por el suave arrullo que se prodigan,deslizarse como un patín sobre la línea que desemboca en Buenos Aires. Por que navegan hacia allí? Una noche terriblemente española,el celebre Bairoletto soñó con una ciudad imaginaria,una ciudad desordenada,escúalida,y sin embargo,grande,donde todo era contradictorio y las cosas se sucedían,como en el sueño,sin relaciones de causalidad.Las ideas parecían rocas,inmunes al viento,o a las mareas -casi inexistentes por otra parte- de un río petrificado y sucio.No cambiaban por siglos.Y de repente,se deshacían por completo.Un día cualquiera, la ciudad borraba sus recuerdos,se despojaba de todo lastre de memoria.Y había cúpulas,millares de cúpulas escondidas entre los edificios cuadrangulares,como torres mal formadas,imitación de quién sabe qué.La cruzaban fantasías de grandeza,y había miles de mesas de billar.Era,en suma,un oscuro galimatías de cemento.Y en medio de todo aquello,solitaria y silenciosa,florecía* la flor gitana.Esa misma noche, Lady Chevesley susurró en sueños: iremos a Buenos Aires.

Pero Buenos Aires,por ahora,es solo una fantasía para Lady Chevesley: el cable eléctrico que desmoronó su recuerdo se propaga como un liquido por toda su memoria. Acaso recuerda a Sir Antony Parsons? No. Ni siquiera puede imaginar que en la bodega de ese mismo barco,viaja,subrepticiamente escondido. Cómo podrá recordarlo,entonces? Y al parsimonioso caballero Guillaume de la Tour? Tampoco. Son flashes de luz,y después,nada.Recuerda la ausencia de recuerdo,esta en un punto alejado y extraño,como suspendida sobre el mar,en el vértice de un triángulo cuyos otros dos vértices son la totalidad y la amnesia.

El mar,irisado como un relámpago,no le sirve de ayuda.El sol brilla sobre el con suma placidez,abandonando toda solemnidad astronómica para someterse a los rigores de un paisaje necesariamente estático.Esta quieto y sin embargo la distancia que lo separa del horizonte disminuye.Lady Chevesley trata de evocar la Plataforma de Elsinore donde intentó defenderse de Sir Antony Parsons.Y no puede.Trata de evocar el castillo-chalet de L'Arbre sur L'Oise,donde soportó el asedio de Guillaume de la Tour.Y no puede.Trata de recordar el festín renacentista de Leontino Melazzi,y el vivido terror de la ermita.Y no puede. Por qué no puede recordar ? Y entonces trata,por pasos sucesivos,de aproximarse a la medula de la memoria,a la pregunta que la define,que le permite separarse del pensamiento puro y flotar suspendida en él como los icebergs que cruzaron hace algunos días,la pregunta que le da forma y contenido,o más precisamente, contexto : qué es lo que se puede recordar?

El terrible Bairoletto no tiene una respuesta adecuada :lanza ideas al azar,alocadas,criminales,subliminales : las formas geométricas? Las ideas? Lo rugoso? Lo ágil? Qué colores pueden formarse con los pigmentos de la memoria ? Los recuerdos se colorean con la mezcla de tres tonos fundamentales,como la televisión? A veces piensa que lo que se piensa,es el tiempo,y lo que se recuerda,es lo que se desprende del tiempo ,que lo que se piensa,es lo continuo,y lo que se recuerda,es lo discreto. Las películas se recuerdan? Por que de pronto se recuerda algo,pero de un color diferente,y ese recuerdo no se puede modificar? En cambio,se puede pensar ese recuerdo de la manera que uno quiere.Acostumbrado a las sutiles justificaciones del delito,el terrible Bairoletto desliza al oído de Lady Chevesley estas tremendas conclusiones : lo que se recuerda es lo que se desprendió del tiempo,lo que dejo de fluir,lo que quedo a un lado,lo que permaneció sin integrarse a nada,lo que,viniendo desde el pasado,esta impedido por completo de transformarse en objeto presente. En suma, que los únicos objetos que pueden recordarse son las antigüedades.

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