lunes, 31 de mayo de 2010

Brujas

Mientras sonaba una pertinente música folk en la radio, el dentista se puso todo el aparataje (barbijo, guantes), me hizo abrir la boca, inmovilizando mi voz, y mientras esgrimía el torno en el aire, empezó a hablar:
–Ayer estuve leyendo sobre la caza de brujas –dijo. (Mi dentista es muy aficionado a la historia.) El zumbido del torno, nítido, único, se aproximaba peligrosamente a mi boca–. ¿Sabía usted que el número de víctimas fue incalculable, que los más optimistas lo hacen ascender a 500 mil personas y que los cálculos más pesimistas a 9 millones?
–Ughhh... aghhh –balbuceé.

domingo, 30 de mayo de 2010

Animalito, compórtate, así te estudio

DIALOGO CON SILVANO ZANUTTO, INGENIERO ELECTRONICO Y DOCTOR EN BIOLOGIA

El jinete debería dedicar esta página al Bicentenario; pero rebeldemente no lo hace y se dedica a conversar con una persona que estudia las relaciones entre el comportamiento y el lenguaje, formas de modelización del cerebro y conductas cooperativas.


–Mire, esta semana tendría que escribir algo alusivo al 25 de Mayo, pero no se me ocurre nada y, además, la gente debe estar un poco saturada, así que publico esta charla con usted. Usted es el director del Instituto de Ingeniería Biomédica de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Cuénteme qué es lo que hace allí..
–Este instituto surgió por iniciativa de Bernardo Houssay, con la idea de estudiar biología desde la ingeniería. Tenemos varios grupos. Hay uno que hace procesamiento de voz, otro que hace bioprótesis, otro hace procesamiento de señales biológicas... Mi subgrupo lo que hace es neuroingeniería.

–¿Y eso qué es?
–Nosotros hacemos modelos matemáticos para explicar conductas desde bases neurofisiológicas y eso se aplica a máquinas inteligentes. Para nosotros, entender conductas implica entender circuitos neuronales, así como en una computadora uno habla de circuitos de transistores... Antes de seguir con la oración, quisiera hacer una salvedad: el cerebro no tiene nada que ver con una computadora.

viernes, 28 de mayo de 2010

Club del chiste

Han faltado chistes en este blog las últimas semanas. Así que vamos a compensar con varios al hilo. ¡Colaboren que se nos acaban las fuentes! Pueden enviarnos sus chistes de ciencia a leonardomoledoblog@gmail.com o también en el muro del Facebook

- ¿Qué es un oso polar ?
- Un oso rectangular, después de un cambio de coordenadas.

Dos vectores se encuentran y uno le dice al otro:
- Disculpame, ¿tenés un momento?

- ¿Qué sucede cuando N tiende a Infinito ?
- Que Infinito se seca.

jueves, 27 de mayo de 2010

Harvey y la circulación de mi sangre




–Con Harvey me pasa algo raro –le digo a mi amigo F**–, ¿será que me impresiona la sangre?

–Yo dono sangre una vez por mes.

–En 2007 se cumplieron 350 años de su muerte y estuve todo el año tratando de escribir sobre él sin éxito.

–Andá a donar sangre –me dice F**–. Tal vez te inspire.

–Bueno. –Y lo hice. Mientras me recostaba en la camilla, empecé a hablar con la enfermera, una gorda terrorífica que, según me enteré después, había sido campeona de levantamiento de pesas.– Harvey nació en Folkestone, Kent, Inglaterra, en 1578 y era hijo de un próspero comerciante –le dije.

–¿Qué Harvey? –vociferó la enfermera–. Harvey Tompkins (Harvey Tompkins es un diseñador inglés de ropa para enfermeras. Sin embargo, todo me hace suponer que se trata de un personaje imaginario).

–William Harvey, el descubridor de la circulación de la sangre. Estudió en The King’s School, en Gonville y Caius College, en Cambridge, y en la Universidad de Padua. Después regresó a Inglaterra, donde se casó con Elizabeth Browne. Se convirtió en médico del Hospital de San Bartolomé en Londres.

–Eso lo sacó de la Wikipedia –me interrumpió la gorda, mientras me apretaba el brazo con un torniquete feroz y aprontaba una aguja para ensartármela en la vena–, ¿o usted se cree que yo no uso el google?

–Wikipedia o no –dije–, es verdad –me clavó la aguja, pero no le pegó a la vena y empezó a hurgar en mi pobre carne trémula–. Usted debe ser aficionada a Almodóvar –comenté–. Por eso le hago caso a mi amigo que me dijo “hablá con ella”.

–Cierre el puño,

Lo cerré. Veía las estrellas, hasta que la aguja finalmente se clavó en mi vena, y la roja sangre empezó a subir hacia como quiera que se llame lo que cuelgan para almacenarla. Me sentía el ruiseñor del cuento de Oscar Wilde, tiñendo al rosal.

–Hasta el Renacimiemnto, predominaron las ideas de Galeno –dije.

–Cierre el puño y bombee –me dijo la enfermera–. Y déjese de pensar en Harvey. ¡Abra y cierre el puño, maldito sea!

–No se haga mala sangre –dije–. ¿Qué mejor momento que éste para pensar en Harvey, dado que se cumplió un aniversario de su muerte? Le decía que hasta el Renacimiento predominaba el sistema de Galeno (siglo I), con sus cuatro humores y sus aparatos fisiológicos y sus órganos correspondientes. Para Galeno, el hígado elabora el “quilo” del sistema alimentario y lo convierte en sangre venosa, que fluye y refluye en las venas con un movimiento semejante al de las mareas. La sangre se distribuye a través del cuerpo por los nervios, que Galeno suponía huecos.

–Abra y cierre el puño, ¿quiere?

–Por otra parte, el “calor innato”, que procede del corazón, impregna todo el cuerpo y distingue a los vivos de los muertos. El corazón es naturalmente el órgano más caliente, una especie de horno que se consume a causa de su propio calor cuando no está convenientemente refrigerado por el aire de los pulmones. Este sistema de Galeno fue el fundamento de la medicina, de la anatomía y de la fisiología durante siglos.

Durante el Renacimiento, el médico y teólogo español Miguel Servet intuyó lo que se conoce como “pequeña circulación” entre el corazón y los pulmones. Su obra quedó trunca porque fue quemado vivo por Calvino en 1553. Luego, Andrés Cesalpino (1519-1603) tuvo el valor de desbancar al hígado, sosteniendo que no es el centro del movimiento de la sangre sino que el centro es el corazón.

Finalmente, William Harvey reunió y organizó todo en un sistema acabado, y le dio una interpretación definitiva al problema. Para Harvey, el corazón no era un horno sino una bomba y la sangre fluía de él para alimentar los órganos. Pero todavía necesitaba dar el salto desde la mera circulación de la sangre hasta la circularidad del movimiento, que se convirtió en el concepto base de la fisiología moderna. El razonamiento que hizo posible este salto fue en todos los sentidos brillante y abrió el camino que iba de la cualidad a la cantidad, del antiguo mundo de los humores y los espíritus vitales al mundo moderno de los termómetros y los electrocardiogramas (digamos que muy al estilo de la época, cuando empezó a considerar la posibilidad del movimiento circular lo ligó con el movimiento de los planetas alrededor del Sol, vinculándolo con la teoría heliocéntrica de Copérnico).

Pero además utilizó un argumento cuantitativo de peso: calculó que el hígado necesitaría producir 270 litros de sangre por hora para que el cuerpo funcionara, lo cual era un disparate, por lo que concluyó que la sangre se va reciclando. Anunció el descubrimiento del sistema circulatorio en 1616 y en 1628 publicó Exercitatio Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus (Un estudio anatómico sobre la moción del corazón y de la sangre de los animales), donde basándose en el nuevo método científico, argumentó con multitud de experimentos que la sangre era bombeada alrededor del cuerpo por el corazón en un sistema circulatorio.

–Ya está –me dijo la enfermera, sacándome aguja y torniquete; arriba se balanceaba el “no sé cómo se llama” lleno de mi preciosa sangre circulatoria–. ¿Se siente mareado?

–No.

–Acompáñeme y firme esto –me dijo.

–Harvey murió el 3 de junio de 1657 –dije, feliz de haber terminado mi tardío y sufrido homenaje. La enfermera, con el NSCSLL en la mano, me dio un formulario para firmar –sólo me falta decir que... – mientras me inclinaba para hacerlo, abrió una heladera que había detrás, y lo arrojó adentro... involuntariamente levanté la vista y vi... vi...

...montones de bolsas llenas de sangre llenando la heladera; sangre como para justificar una batalla, apilada en una pirámide que hubiera hecho temblar a todo un team de sacerdotes aztecas....

Me desmayé. Cuando me despertaron con un baldazo de agua, me había olvidado de lo que faltaba decir.

lunes, 17 de mayo de 2010

De cómo los conductores evitan colisiones

DIALOGO CON DANIEL TOMSIC, BIOLOGO, INVESTIGADOR DEL CONICET Y DOCENTE EN LA FCEN


Nuestro cerebro, como el del resto de los animales, realiza tareas que nos parecen obvias, pero son de una extrema complejidad, como calcular la manera de escapar de un predador o de evitar un choque con el auto que va delante. Ese sería el domino de la neuroetología.




–Usted se dedica a la neuroetología... O por lo menos dentro del Laboratorio de neurobiología de la memoria esto se llama unidad de neuroetología. Nunca antes había escuchado esa palabra... Cuénteme qué quiere decir.

–Es una rama de la neurología que está destinada a entender las bases neuronales del comportamiento. La salvedad, con respecto a otras ramas, es que se estudia el comportamiento de animales que realmente se observen en la naturaleza. Digo esto para contraponerlo a lo que son estudios con animales de laboratorio. A no- sotros nos interesa entender el comportamiento de animales que pueden ser efectivamente observados.

viernes, 14 de mayo de 2010

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jueves, 13 de mayo de 2010

La Dama de la Torre: capítulo 22

Negros vientos azotan la ciudad y en el horizonte, desde la Torre, se puede ver el rojo pardo oscureciendo el cielo. ¿Podrá una institución temeraria aunque bastante inútil acabar con esta demencia?¿De qué sirve un Jefe de Policía que sólo cuenta anécdotas? La Dama de la Torre, ¿encontrará, finalmente, la paz?¿Cuántos lógicos tienen que morir para que el asesino sea encontrado?
CAPITULO 22

El impacto producido en todos y cada uno de los presentes reconfortó al Jefe de Policía, dándole pie para contar una segunda anécdota.

"Por la época en que iba a ser ascendido a comisario, la experiencia, y por qué no admitirlo, la perspectiva de mi ascenso, me habían hecho ser más cauto. Estaba justo en el límite de lo que tantos filósofos han denominado impaciencia juvenil, y entrando de manera cómoda, pero no por ello poco plácida, en el terreno de la madurez. Lo mismo ocurría con mis joviales compañeros de otrora, que se desempeñaban, con diversos cargos y responsabilidades, en distintas unidades policiales y parapoliciales, brigadas de represión de la droga, del contrabando, del comunismo, de la heterodoxia, y de las defraudaciones inmobiliarias. A la sazón, mi celo era intenso, en la convicción firme, pero sincera, de que el cumplimiento obsesivo de mis responsabilidades garantizaría mi ascenso a comisario y el acceso a un futuro venturoso que, en ese entonces parecía abrirse ante mí y que el ulterior desarrollo de los hechos no ha desmentido. Fue en aquella ocasión que, con la excusa de que promediaba diciembre, y que de alguna manera debíamos despedir un año que terminaba y recibir uno nuevo que para todos nosotros se mostraba preñado de buenos augurios resolvimos concretar una cena en la que evocaríamos aquella época en que éramos sólo un alegre grupo de policías juveniles, que custodiaban las calles difíciles del Abasto. Elegimos para la ocasión una cantina apartada: el arreglo establecido con el patrón determinaba que seríamos los únicos comensales, y que se cerrarían los ojos ante los previsibles excesos verbales en que pudieran incurrir nuestras memorias exaltadas. Había, como era de rigor, una mesa de billar, preparada y arrinconada en una esquina.

"Durante toda la comida, me pareció que algún aspecto de mis actitudes despertaba la inquina del maitre,jefe de una decena de mozos que, solícitos -sin llegar al extremo de parecer serviles- nos proporcionaban los abundosos manjares que, previsores, habíamos encargado, teniendo cuidadosamente en cuenta el gusto personal de cada uno. Es necesario aclarar que al dejar de ser aquellos joviales policías de antaño, y a medida que nos asentábamos en la carrera policial, se había desarrollado en nosotros una preciosa predilección por la gastronomía, y paladares de gourmets. Deben comprendernos: bordeábamos la edad adulta, esperábamos ascensos, y terminaba el año. Qué otro escenario se requiere para que un hombre solicitado a diario por la tensa profesión policial, se deje llevar un tanto por los vapores del alcohol? Más tarde, me enteré de que el maitre había sido convocado para un reemplazo súbito de quien habitualmente cumplía esas funciones en la cantina, y que había enfermado el día anterior. Las miradas que me dirigía el maitre no eran tranquilizadoras y revelaban algo sombrío, pero, ya fuera por cierta dosis de vino, o por el recuerdo de la alegría de nuestros años juveniles, olvidé esa antipatía instintiva y mutua que se había establecido con aquel perfecto desconocido. También pude atribuirlo al recelo que despierta muchas veces, entre la gente mal informada, el accionar policial. Pues bien, entre bromas y recuerdos,la reunión fue desarrollándose festivamente: aquí y allá sonaba el alegre descorchar de las botellas, y el chisporroteo de los chistes y anécdotas picantes.

"Sin embargo, algo después de promediar la cena, cuando estaban por servirse los copiosos postres que habíamos encargado, una cierta sombra de inquietud se cernió sobre todos nosotros. La estampa sombría del maitre parecía arrojarnos tristes premoniciones. Cuando con gesto casi solemne se me acercó y me conminó a jugar al billar, comprendimos todos que estábamos ante la inminencia de un duelo.

"No pudo dejar de asombrarme la habilidad del desconocido para la carambola triple, la carambola a tres bandas y el juego de fantasía. Cierta madurez adquirida con los años, me arrastraron más del lado de la admiración que de la ira, y finalmente, anonadado por el estupor, debí darme por vencido. Demás esta aclarar que, en adelante, el festejo careció del brillo que había campeado hasta entonces.

"Al día siguiente, cuando disipados ya los vapores de la comilona que por su abundancia recordaba los festines que, según los autores clásicos, realizaban los romanos quise volver a la cantina para ubicar al desconocido y arrancarle la revancha leal que me debía, el patrón me desalentó : imposible encontrarlo, dijo. Se trata del célebre Bairoletto."

Como toda anécdota, ésta del Jefe de Policía escapaba a las reglas más elementales de la previsibilidad. Ciertas alteraciones en la estructura narrativa produjeron fruncimientos de ceño en el embajador inglés y gruesas gotas en el rostro del relator, que se sintió liberado como para decirnos Creo que ha terminado la reunión.

-Hay algo que no me gusta en todo esto dijo el Comisario Inspector cuando todos se hubieron retirado.

- Qué?

- Los ataúdes. O su falta, mejor dicho. No advirtió que no se habló para nada de ataúdes?

>>Ir al capítulo 23

martes, 11 de mayo de 2010

El terror del teorema de Pitágoras


El gran Parménides (siglo V a. de C.) había puesto en aprietos a la incipiente ciencia griega inaugurada por Thales de Mileto: efectivamente, decía él, los fenómenos están ahí y requieren explicación, pero no se puede, ya que los captamos por los sentidos, y éstos son engañosos; sólo se puede acceder a la verdad pensando, cerrando los ojos a toda observación que no sea una verdad mental indubitable: El Ser es, y el No Ser no es.

Frente a este callejón sin salida había dos posibles respuestas, y una de ellas la dio Pitágoras. Si sólo se puede pensar, pues bien, pensemos entonces, y desde ya, el único terreno en el que sólo se puede pensar son las matemáticas. Es decir, y contrariamente a Perón, Pitágoras no creía que la única verdad fuera la realidad, sino las matemáticas.

Pitágoras es un personaje misterioso y se sabe muy poco de él: se conjetura que nació en la isla de Samos, cerca de Mileto, tan luego, hacia la mitad del siglo VI (a. de C.) y que luego se trasladó a Crotona, en los territorios griegos del sur de Italia.

El asunto es que la figura de Pitágoras está rodeada por la leyenda, porque la escuela pitagórica funcionaba como una secta mística y hermética, como un grupo mancomunado por creencias y prácticas religiosas. Creían en la inmortalidad y la transmigración de las almas y practicaron abstenciones rituales: por ejemplo, no podían comer alubias. Esta prohibición, que puede parecer rara, proviene de la tradición órfica de la transmigración de las almas, que entre encarnación y encarnación solían alojarse en las alubias, de tal modo que comerse un guiso podía significar almorzarse a una población entera.

Los pitagóricos rechazaron los fenómenos y el “discurso de las cosas”. A la pregunta ¿cuál es el origen de las cosas?, respondieron: los números.

Es posible que esta idea haya partido del estudio de la música: ellos descubrieron que hay relaciones numéricas precisas entre los sonidos: una cuerda de la mitad de la longitud de otra da la misma nota, sólo que una octava más alto, y lo mismo ocurre con los acordes de cuarta y de quinta, que responden a relaciones numéricas. Estas relaciones no son para nada evidentes; no hay ninguna razón para suponer que la identidad de las notas tenga algo que ver con los números. Pero una vez comprobadas estas relaciones numéricas, los números parecen ser la razón subyacente de las armonías musicales. Podían quedarse en una semejanza formal, pero había un paso audaz y hasta cierto punto cantado, y los pitagóricos lo dieron al generalizar y proclamar que todas las cosas consisten en números: los pitagóricos establecen un principio abstracto como esencia. Ni el agua de Thales ni el aire de Anaxímenes. Los números tan luego. Incluso se pasaron un poco de rosca: identificaron a la Justicia con el número 4 por tratarse del primer número cuadrado; al matrimonio con el 5, que representaba la unión del macho (3) con la hembra (2). Pero además analizaron muchas propiedades de los números y trabajaron sobre los poliedros regulares, las medias aritméticas, geométricas y armónicas. Propusieron un sistema astronómico no geocéntrico, en el que todos los cuerpos celestes giraban alrededor de un fuego central.

Esto es: hay un mundo invisible que es el verdadero mundo, donde deben buscar las relaciones fundamentales, y es allí donde “la debilidad de la razón” pierde su carácter de tal.

Naturalmente, la gran gloria de la escuela es el famoso e inmortal “teorema de Pitágoras”, que establece que en un triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos, una relación que no es para nada evidente, y que, a primera vista, no tendría por qué suceder (la relación, sin embargo, era conocida por los matemáticos babilonios y egipcios y aplicada por los albañiles para construir ángulos rectos).

Sin embargo, ese mismo teorema los llevó a tropezar con un obstáculo catastrófico, letal: si construimos un cuadrado de lado 1 y aplicamos el teorema de Pitágoras, su diagonal mide raíz cuadrada de 2.

Y la raíz cuadrada de dos no correspondía a ningún número, a ninguna fracción que los pitagóricos pudieran imaginar. La raíz de 2 es inexpresable, no se puede decir, no es un número.

La raíz cuadrada de dos produjo verdadero terror entre los pitagóricos: Ellos suponían que todo consiste en números y que el conocimiento expresa relaciones entre números (enteros o fraccionarios). Pero he aquí que una entidad, que ciertamente pertenece a la ciencia, la diagonal de un cuadrado, no puede ser expresada con números enteros. Nada, no puede existir. Es decir, tenemos algo concreto y ese segmento, que está ahí, no es un número, no es nada. Y la medida de la diagonal de un cuadrado de lado 1 tampoco es nada. No existe. ¡Pero la diagonal de ese cuadrado está ahí! ¿Cómo puede ser que a un segmento no corresponda ninguna longitud?

Un ejemplo del terror que produjo ver que algo tan simple como la raíz cuadrada de 2 era un irracional es la leyenda según la cual un pitagórico, Hipaso, divulgó el secreto y pereció ahogado como castigo divino por su acción. Y es que la escuela pitagórica se había embarcado en el desastre con su propia medicina y teorema. Construyeron todo un edificio científico, místico, que les parecía muy sólido y de repente aparece este asunto que amenaza con precipitar toda la escuela en el abismo. Los pitagóricos se enfrentan a este dilema y no lo pueden resolver. Han fracasado. ¿Y entonces? El terreno del pensamiento parecía seguro, sin la engañosa cualidad de los sentidos. ¡Y ahora resultaba que no era tan seguro! Y si la razón es derrotada en su propio terreno... ¿qué no se puede esperar de la empiria? ¿Entonces habrá que recurrir nuevamente a los dioses? No. Pero, indudablemente, era necesario tomar otro camino. El propio teorema, fruto dorado de la escuela, la precipitó en el abismo.

El terror de los pitagóricos ante la raíz cuadrada de 2 es fácil de entender, porque no-

sotros, hoy, en el fondo, seguimos siendo pitagóricos. No creemos, como Pitágoras, que todo es número, pero sí que las matemáticas subyacen al mundo empírico; que de un modo misterioso organizan la empiria, que aquello que es matemáticamente posible Es y que aquello que no es matemáticamente posible, No Es. ¡Ah, Parménides!

domingo, 9 de mayo de 2010

Polinízate, polinízalo, que te conviene

ENTREVISTA CON DIEGO VAZQUEZ, DOCTOR EN BIOLOGIA
Jineteando por Mendoza, se encontró el jinete, si se permite la repetición, con un estudioso de las plantas y las flores... No, en realidad un estudioso de las interacciones entre los bichos y las flores. Bueno, y aquí está el diálogo.

–Bueno, usted es doctor en Ecología y Biología evolutiva, investigador del Conicet y profesor en la Universidad Nacional de Cuyo. Cuénteme qué hace...
–Trabajo en ecología, específicamente en interacciones entre plantas y animales. Lo que más estudio son interacciones entre las plantas y los insectos que las polinizan. Usted sabe que la miel la producen las abejas. Hay 11 mil especies que hacen eso como parte del proceso de alimentación de las larvas. Con toda esa diversidad de especies de abejas hay una enorme riqueza de interacciones. Lo que yo hago, entonces, es estudiar lo que podríamos llamar “biodiversidad de interacciones”.

jueves, 6 de mayo de 2010

La Dama de la Torre: capítulo 21

>>Ir al capítulo 20 

La ciudad amenaza con convertirse en un campamento fúnebre, sin ataúdes para los entierros, con lógicos cayendo redondos a diestra y siniestra, asesinados por un cuchillo irracional y, hasta el momento, abstracto. Se rumorea que los entierros colectivos son la solución más usada contra la escasez de ataúdes. El jefe de policía decide hacer su aparición, pero nada parece destinado a ordenarse y encausarse dentro de la lógica.

CAPITULO 21

Las cosas claras: el problema, en última instancia,no residía en la falta de ataúdes sino en la mezcolanza de cadáveres. La multiplicidad indiscriminada era el origen de la desazón y no sólo por lo inanimado, sino la misma que produce una muchedumbre desorganizada por más viva que esté. Lo mismo ocurría con los lógicos. Perturbaba el momento, la simultaneidad de las muertes, y la falta de ataúdes, el paralelismo vicioso que se había establecido entre las dos situaciones y que la Policía se empeñaba todavía en ignorar. Fue el embajador de Inglaterra el que primero intentó retomar el hilo de la reunión.

-La realidad es múltiple dijo allí radica su principal debilidad, ya que se expone a dejarse atacar por las ciencias experimentales.

El Jefe de Policía, sin embargo seguía ensimismado la Policía y la realidad son como dos caras de la misma moneda dijo al fin allí donde la realidad es confusa, la Policía está encargada de restablecer la claridad por medio del ejercicio irrestricto de la arbitrariedad. Cada acto de la Policía, al dividir al mundo automáticamente en buenos y malos, configura "per se", un universo moral.

-Pero no había dicho usted que, precisamente, querían escapar de esa tiranía ética? -pregunté.

-En efecto. -respondió la cuasi esfera de sabiduría policial Lo que observamos, un tiempo ha, junto con un grupo de joviales compañeros, es que lo policial y lo jurídico muchas veces interferían, ya que nuestra misión es definir al criminal y luego apresarlo en los propios términos de la definición. Y ese tipo de procedimientos, olvida, claro esta, miles de parámetros, que luego son manejados en forma arbitraria por los jueces : la intencionalidad, la infancia del delincuente, su ubicación en la sociedad, sus inclinaciones sadomasoquistas, los impulsos autodestructivos. Toda una serie de elementos que, olvidados o no tenidos en cuenta en el hecho policial, configuran el hecho jurídico, y conducen a que casi todos los criminales sean finalmente perdonados. Para la Justicia, sólo el inocente es punible, ya que la inclinación criminal misma configura un cuadro atenuante. La Policía, en cambio, debe definir la inocencia y apartarla del criminal antes de arrestarlo, procedimiento que se realiza, es cierto, en forma azarosa. Y no es que nosotros tengamos nada contra el azar.

-Ni nosotros dijo Simón de Indias el azar, al fin y al cabo, rige por entero el mundo de las antigüedades. Quién decreto que tal estatua se salvará y no tal otra? Quién condenó a la destrucción a un templo entero y salvó en cambio la piedra que habrá de representarlo en las trastiendas de la modernidad? El azar tiene una ventaja sobre el pasado, y es que es siempre contemporáneo.

-Teniendo en cuenta precisamente esas observaciones dijo el Jefe de Policía es que hemos diseñado el experimento que a continuación voy a exponerles.

Sin lugar a dudas, se aproximaba el momento culminante de la reunión y el Jefe de Policía había adoptado una pose de bebé, poco acorde con la supuesta solemnidad del encuentro. De pronto, parecía ignorar la realidad en que estábamos sumidos : los carromatos, los lógicos, la muerte impregnando todo. La piel de los pómulos se estiró hasta lo alarmante, dándole el aspecto de un trashumante que acaba de cruzar un desierto peligrosísimo. Encendí un cigarrillo y la primera bocanada de humo consiguió restablecer la realidad entre los presentes. Las sustancias cancerígenas, al penetrar en sus pulmones, los volvieron a la realidad. El Jefe de Policía distendió los pómulos y empezó su exposición, acompañado por el cabeceo aprobatorio de los presentes.

-El equipo que trata de transformar a la Policía en una ciencia experimental, y que con tanto éxito esta trabajando en la obtención de plantas policiales que, sembradas en cualquier jardín sean fieles custodios de la propiedad privada, ha considerado que es completamente suicida la pasividad ante la situación creada por esta particular forma del crimen.

-El crimen ataca a la lógica dijo el embajador inglés y eso es un hecho grave para el crimen, que se amenaza a sí mismo con quedarse sin sustento alguno.

-Por eso particularmente continuó el Jefe de Policía palideciendo es que, al diagnosticar el error en la pasividad, hemos resuelto perturbar la realidad para presionarla y obligarla a entregar pistas que, una vez seguidas adecuadamente, permitan medir los parámetros pertinentes, elaborar un modelo elemental primero, y luego irlo complicando en forma paulatina, hasta que la justicia criminal empiece a interesarse.

- Y no piensan atrapar a los responsables? preguntó Sir Anthony Parsons, el traficante de ataúdes Porque que el responsable caiga en manos de la Policía, en este caso me parece muy necesario.

El embajador inglés dió un respingo ante este pragmatismo tan vulgar Me permito recordarle que el Jefe de Policía sólo esta exponiendo la teoría general observó y no hay nada más peligroso que adelantarse a la teoría. Es precipitado y desconcierta.

Pero en realidad, nadie está desconcertado. Quien sí lo está es la Dama de la Torre. Mira a su alrededor y sólo logra percibir la simetría, que es lo mismo que no percibir nada. Abandona la mata de espinillo que sirvió para ocultarla, abandona el lugar del banquete que, con todo el espanto que implicó, ahora le parece un refugio. El pasado inmediato es siempre tranquilizador. Desde la torre de una iglesia, justo cerca del horizonte, dos campanas repiten el ángelus, dialogando entre ellas. Hay algo triste en esas voces de bronce, que eriza la raíz de los cabellos. Adónde se dirigirá ahora? Qué nueva tragedia la espera con las manos listas, preparadas? Empieza a caminar a través de los plantíos, tratando de ganarle a la oscuridad siempre creciente. Teme caer en las acequias, y teme, aún más, a los famosos bandidos italianos que, capitaneados por el célebre Bairoletto, asuelan el centro y el norte del país. En el horizonte, apenas montañoso, quedan retenidos algunos puñados de luz, que le permiten, sorteando los surcos barrosos donde se mezclan la alfalfa, el ají y el berro, evitar las trampas para zorros. Extensos trigales se defienden duramente de las cigarras. No se ven labradores que regresen a sus casas después de la agotadora tarea, y eso le permite evocar la campiña inglesa, con su silencio alucinante y mórbido, interrumpido cada tanto por los alegres cuernos que anuncian la cacería de los ciervos de Su Majestad. De pronto, y tras un largo rato, vuelve a sonar el ángelus. Es como si la hora también anduviera en círculos, cada vez más grandes, cada vez más concéntricos. Felizmente, la iluminación es persistente, como si hubiera decidido acompañarla. Lady Chevesley lamenta usar un traje de época, con esa enorme gorguera que le molesta para avanzar, y se enrieda a cada rato con los zarcillos de las vides, que expanden un agrio olor a vino fermentando. Una y otra vez las campanas tañen, a veces más cerca, a veces lejanamente, como si quisieran informarla de algo, como si trataran de indicarle algún camino. Tropieza con una piedra, y cae de bruces sobre un camino, al pie de una ermita que cierra una pesadísima puerta de chilenel que,obviamente es la madera de la época.

La Dama de la Torre golpea,dispuesta a pedir protección, aún ocultando su condición de escéptica frente a las cosas del cielo. Sigilosamente, le abren.

-Hemos decidido ofrecer lógicos a la comunidad delictiva dice el Jefe de Policía -aunque tal vez no me expreso bien.

Alguien dijo algo que no se escuchó.

-Hemos asignado un paseo de la ciudad a nuestro experimento -dijo enseguida el Jefe de Policía, desplegando un plano sobre la mesa. En el medio, había un diagrama de círculos y rombos donde se leía : "crmn", "assnto", "dstre", "mrte". Representadas por abreviaturas, todas esas calamidades parecían menos terribles.

Al costado un mapa de la plaza Francia,había sido cuidadosamente cuadriculado, con un número en el centro de cada uno de los cuadraditos. Los números venían acompañados por signos en código. El esquema era impresionante. Viéndolo, se tenía la sensación de que la realidad estaba a merced de uno. Todo el mundo estuvo satisfecho, salvo quizás el embajador inglés, ya que para él la realidad residía solamente en lo microscópico, y atrapar la verdad cotidiana lo tenía sin cuidado. Consideraba a todos aquellos fenómenos como el resultado del movimiento de invisibles partículas atómicas y subatómicas, cuyo destino global, en última instancia, no importaba.

- Y en qué consiste el experimento? -preguntó Simón de Indias.

-El experimento consiste en inducir el crimen, para de esta manera evitarlo -dijo el Jefe de Policía. Un lógico se paseará por este circuito aquí descripto, observado de cerca por nosotros. De esta manera, tratamos de definir las circunstancias que se nos escapan, y, de cometerse el delito, no nos tomará por sorpresa.

-Se arriesgan ustedes a un inútil sacrificio de vidas intervino el embajador inglés y a una producción suplementaria de cadáveres.

-Qué no habría dónde enterrar y complicarían la situación -apunto Sir Anthony Parsons los fabricantes de ataúdes están sufriendo grandes pérdidas, en un momento de demanda fuertemente ascendente, y es imprescindible poner coto a la situación -el pragmatismo aberrante del traficante de ataúdes no inmutó a los presentes, que siguieron atentos la exposición del Jefe de Policía.

-Ofreceremos un lógico a la voracidad de los criminales y montaremos a la vez un riguroso operativo, de tal modo que los criminales no puedan escapar a nuestras redes. Nuestra hipótesis es que estos crímenes obedecen a una estricta necesidad, que no hemos desentrañado todavía.

-Ustedes están proponiendo lo que vulgarmente se llama un señuelo dijo Simón de Indias.

-Preferimos llamarlo sujeto experimental contestó el Jefe de Policía, algo ofendido, hasta el punto de que los pómulos volvieron a estirarse.

La verdad es que nos impactó: ninguno de nosotros había soñado jamás con presenciar un sacrificio humano y esto era lo que más se le parecía. La muerte tiene siempre su encanto, y en los sacrificios, como en las ejecuciones, ese encanto alcanza su máximo.

-Lo que ocurre es que en esos instantes supremos uno alcanza el control total sobre el futuro -dijo el Comisario Inspector -se consigue anular del todo la tensión entre lo previsible y lo imprevisible, que es la fuente de toda angustia y todo miedo.

-Es verdad- contestó el anciano Director del Departamento de Matemáticas -una ejecución anula lo aleatorio, llevándolo al terreno del milagro y dado, por lo tanto categoría mística a uno de los elementos más banales. A eso apunta, precisamente, la ingeniería genética, que, al planificar las especies, construirá sin duda un mundo biológicamente mejor, pero muchísimo más aburrido, donde no podrían existir, por ejemplo, las antigüedades.

-Por supuesto que no dijo Simón de Indias -ya que las antigüedades son fruto del descarte, y el descarte esta impregnado por el azar. El azar es la sustancia misma de la profesión de anticuario.

-Solo espero solamente, caballeros, su aprobación.

Estas palabras fueron respondidas por un murmullo. Debíamos aprobar o no aprobar? No era sólo la duda ética la que nos amenazaba, sino que, al comprender que estábamos ante un acto de abolición del azar, todos querían introducir un elemento imprevisible en la respuesta. Aunque el Jefe de Policía había sido claro, algunos de los presentes intentaban complicar las cosas, ya fuera porque lo simple les parecía condenado de antemano al fracaso,o porque no querían asumir la responsabilidad de lo complejo.

- Y quién será ese sujeto experimental? inquirió el Director del Departamento de Matemáticas- Es necesario alguien que comprenda la supremacía de la especie por encima de las apetencias biológicas del individuo.

-En la vida de sociedad, las únicas especies posibles son institucionales, por eso existen las cámaras, los colegios, las universidades y las sociedades de lógicos, dijo el Comisario Inspector de tal modo que el señor Jefe de Policía consultó a SOLOG que si ustedes recuerdan, proporcionó hasta ahora la totalidad de las víctimas, y que por lo tanto se siente favorablemente inclinada a suministrarnos un sujeto experimental.

- Y lo obtuvieron? -pregunté.

-Efectivamente dijo el Jefe de Policía Tengo aquí sus datos, pero sólo les daré el nombre, por tomar una precaución elemental :Leontino Melazzi.

- Me pregunto si el nombre es adecuado dijo el embajador de Inglaterra- No suena demasiado italiano, y por ende literario?

-Desgraciadamente, el nombre es lo único que no podemos cambiar -dijo el Jefe de Policía, que a través de sus largos años de lucha contra el crimen había llegado a la conclusión de que la literatura es básicamente insustancial -el nombre, como ustedes saben, pertenece a la definición misma del sujeto, y esta garantizado por la Policía como consta en los documentos de identidad. Este es otro de los sentidos en el que la Policía asegura la coherencia de lo real, y la permanencia de la población. Cambiar un nombre y apellido por puras razones estéticas o experimentales pondría en cuestión el experimento todo.

El aire se había enrarecido, como si de pronto nos hubiera cubierto una segunda naturaleza del delito. La ermita era oscura, y el ermitaño, un típico monje medieval, con encías descascaradas y amenazadoras, le ofreció queso de cabra y algo de cuajada que Lady Chevesley devoró ávidamente, aunque sin descuidar las buenas maneras. El pernoctar allí suscitaba, empero, cuestiones de pudor que sólo serían resueltas siglos más adelante, y que contraían el cuerpo de la Dama de la Torre en un leve espasmo. Preferiría el campo con sus riesgos, con el peligro de caer en manos del célebre Bairoletto? Se quedaría aquí, con este hombre consagrado a Dios, pero presa, según era evidente, de los apetitos carnales? Echa una mirada al hato de pieles de cabra que el ermitaño le ofrece como mísero jergón, y el cansancio la vence. Emite una plegaria hacia sus amores pasados : Sir Anthony Parsons, Guillaume de la Tour, Leontino Melazzi. La Plataforma de Elsinore, el antiguo y sombrío castillo, que marca el inicio de sus desventuras, le parece acogedor, cálido, y, sobre todo, más moderno. A lo lejos, en el aire frío de ese anochecer interminable, las campanas repiten una y otra vez el ángelus.

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lunes, 3 de mayo de 2010

El Proyecto Genoma Humano, Rodrigo y el mito

Ama a tu genoma como a ti mismo
Proverbio chino


La casi finalización del Proyecto Genoma Humano acaparó titulares de periódicos casi como la muerte de Rodrigo. Los dos sucedieron casi al mismo tiempo a mediados del 2000. Es verdad que hay ciertas diferencias entre los dos hechos: uno es modestamente local; el otro, internacional; uno mereció un modesto telegrama de Fernando de la Rúa diciendo que, aunque él se nos fue, nos queda para siempre su música; el otro fue celebrado nada menos que por Bill Clinton y Tony Blair, que probablemente no sepan quién fue Rodrigo; uno es un fenómeno musical de tres millones de dólares; el otro, un negocio farmacéutico que puede involucrar cientos de miles de millones en las próximas décadas; uno es un modesto golpe a la música cuartetera de un país periférico; el otro, un hecho crucial en la historia de la ciencia y quedará como uno de los grandes logros del siglo XX. Uno provocó corridas de adolescentes furiosas y tres suicidios; el otro promete curaciones y gigantescos avances en la medicina. Pero ambos desataron, en sus respectivos niveles, fantasías colectivas, utopías, temores, que conectan el más acá con el más allá, el pasado y el futuro, el fondo de la herencia escondida en diminutas moléculas de ADN con los inescrutables designios y avatares de la evolución. Si los cables y noticias que daban cuenta del anuncio eran a veces cautos, en general competían por internarse en el terreno de lo fantástico: “El desciframiento del ‘libro de la vida’ permitirá a la Humanidad dirigir su propia evolución y la de otras especies”; “el PGH terminará con el cáncer, la diabetes, la obesidad, el envejecimiento”; “en veinte años cada persona tendrá su ‘mapa genético individualizado’, de tal manera que sabrá sus puntos débiles constitucionales y su propensión a padecer ciertas enfermedades”; “por este nuevo camino que ha abierto la ciencia la especie humana podrá derrotar a muchos viejos enemigos como enfermedades hasta ahora incurables, y a otros nuevos como la superpoblación y la destrucción del medio ambiente”; “hacia el año 2030, los genetistas creen que podrán manipularse los genes responsables del envejecimiento y aumentar la esperanza media de vida hasta cien años o más”. Otros subían la apuesta. “Para el científico británico John Harris “estaremos condenados a vivir 1200 años, se podrá desafiar la muerte y crear una raza de inmortales que pondría en peligro a la misma humanidad.” Sin hablar del colapso del sistema jubilatorio y el seguro de desempleo. 

Hasta cierto punto, se entiende: descifrar el código hereditario parece tocar un punto sensible de la especie, los genes, al fin y al cabo, y tal como está hoy la teoría de la evolución, fueron los que, a través de pacientes mutaciones, hicieron de nuestra especie (y de todas las demás) lo que hoy son. Pero sin embargo en el imaginario colectivo (o por lo menos dada la manera con que fue propagandizado) campea un reduccionismo genético un poco simplista que atribuye a los genes propiedades mágicas, como si los genes determinaran todo lo que un ser humano es, incluyendo rasgos puramente culturales o indefinibles, como la inteligencia, la belleza, el talento musical, la creatividad, la capacidad de innovación, la adicción a las drogas o las posibilidades de jugar bien al ajedrez. Es bueno saber que no hay ninguna prueba sensata, o por lo menos científicamente fundamentada, de estas capacidades genéticas, más allá de que conceptos como inteligencia o belleza –e incluso el de “adicción”– ni siquiera pueden definirse rigurosamente (salvo para aquellos que creen que el cociente intelectual mide la inteligencia, y a quienes habría que recordarles que en el siglo pasado la inteligencia se medía por el peso del cerebro). Lo cierto es que la incidencia del mapa genético sobre las características humanas reales, salvo en algunos casos muy puntuales, está todavía sumergida en una niebla de conceptos confusos.

Si el reduccionismo genético es uno de los elementos que rodean de un halo mágico al PGH, la panacea curativa es otro: es incuestionablemente cierto que algunas enfermedades tienen origen genético (malformación y\odisfunción de algún gen), lo cual no significa que se pueda generalizar alegremente y atribuir ese origen a todas las enfermedades, y por ende suponer que habrá terapias génicas para asegurar la salud perfecta y la inmortalidad (es interesante recordar que en los tiempos heroicos de la microbiología, a partir de Pasteur, se creía que todas las enfermedades eran causadas por microorganismos, y la sonrisa escéptica que suele dibujarse en nuestros labios cuando un médico atribuye una enfermedad cualquiera a un “virus” inespecífico). 

El mito reduccionista y el contramito utópico se combinan con otros conceptos más sutiles, pero no por ello más claros, como el de “propensión genética” (al cáncer, a las enfermedades cardiovasculares, e incluso a la violencia o a diversas capacidades artesanales), que en algunos casos pueden tener sentido, pero que en muchos, muchísimos, están basados en dudosas estadísticas, estudios de casos insuficientes o poco rigurosos, evaluación de diagnósticos de hace dos o tres generaciones (cuando la medicina funcionaba con otros parámetros) o simplemente prejuicios, como sería el caso de las “enfermedades sociales” o los claros productos de la pobreza y la marginación, que amenazan con reeditar las locuras y los estragos de Lombroso, que medía la criminalidad por los chichones del cráneo. Y estas cosas, dicho sea de paso, no son solamente malas traducciones al lenguaje popular de la aventura genética, sino que son sostenidas muchas veces por genetistas muy serios, que en ocasiones dan lugar a verdaderas corrientes científicas (como el que alientan los sociobiólogos, o los psicólogos evolutivos).

Amplificada por los medios, esa gran conquista que es el PGH (como en su momento la clonación) genera utopías dudosas y mitos desaforados y aterradores, que, en muchos casos, velan su verdadero significado e importancia: la de iniciar un camino, cuyos resultados y beneficios y peligros no necesariamente son previsibles, y la importancia de la investigación científica sin mitos, a la que el PGH dará un formidable empujón. 

Eso sí. No necesariamente en la Argentina. Más o menos por los mismos tiempos de este impactante anuncio, los ridículos sueldos de los científicos sufrían una poda (junto al resto de los empleados estatales). Puede ser que la medida se revierta, pero si no, deberemos conformarnos con Rodrigo.

sábado, 1 de mayo de 2010

Algunos trazos de dinámica poblacional


Entrevista a Mauricio Lima, uruguayo, doctor en biología
Aquí el jinete se acuerda de pronto de un diálogo que mantuvo con Mauricio Lima durante un congreso de mamíferos en Mendoza. Por alguna razón, quedó olvidado, pero en este mismo acto se rescata.
–Bueno, ¿por qué no me cuenta qué está haciendo usted acá, en un congreso sobre mamíferos? En principio, usted es un mamífero, lo cual explica su presencia.
–En parte, sí.
–Pero aparte de eso... ¿qué clase de mamífero es?
–Uno normal, de dos patas, primate, unos 500 mil años de antigüedad, pero con una historia de 9 millones de años... Pero además de todo eso, me dedico como muchos otros a preguntarme cosas, a ser curioso. Y la ciencia es una rama de eso, de la curiosidad: es un elemento lúdico que está desde la infancia y que consiste en preguntarse por qué pero llevado al extremo.