lunes, 21 de septiembre de 2009

Extraterrestres al pie del Uritorco

Cuando llegamos a San Marcos Sierra, para nuestras vacaciones, y nos dijeron que a diez minutos de combi, al pie del Uritorco, había un pueblito enteramente ocupado por extraterrestres venidos directamente desde Betelgeuse, manifesté mi inconmovible decisión científica de visitarlo. Mi mujer, que es indiferente a ese tipo de encantos de la astronomía, prefirió quedarse en el hotel, así que tomé la combi, con la sola compañía de seis peregrinos de túnica que farfullaban todo el tiempo en urdu, y una chica que sostenía en una mano la piedra zulú contra el mal de ojo y un libro de Krishnamurti en la otra; según me dijo, se llamaba Livia, y desde su iniciación en la Comunidad de la Galaxia vivía esperando este día en que tendría un contacto de grado diez (así dijo) con los visitantes de Betelgeuse. Betelgeuse, me explicó, es una enorme estrella a punto de convertirse en supernova y estallar, desde donde ellos traen su mensaje de amor y de paz, y se encargan del mantenimiento de una especie de conmutador instalado en la cumbre del Uritorco, y que se conecta con toda la Galaxia.
"Efectivamente -le contesté-, Betelgeuse puede estallar, en cualquier momento, pero resulta que en cualquier momento de los próximos quinientos millones de años. Y además, está a 425 años luz, lo cual significa cuatro mil millones de millones de kilómetros. ¿Tiene sentido hacer semejante viaje para instalarse en un pueblito al pie del Uritorco?" Me dijo que yo estaba, evidentemente, influido por la ciencia oficial, que era incapaz de comprender nada diferente, y se calló, ofendida.
Apenas nos acercamos al pueblo, nos dimos cuenta de que algo extraño ocurría: en la propia entrada había un extraterrestre de cuatro brazos, vestido con un traje espacial, hablando una jerga incomprensible, que Livia, conmovida hasta las lágrimas, enseguida identificó como el idioma galáctico universal. Debo confesar que hasta yo estaba impresionado, aunque había detalles que me llamaron la atención: por empezar, me intrigó que el extraterrestre hablara el galáctico con tonada cordobesa. Por otro lado, los brazos extra eran completamente rígidos, como si estuvieran hechos con un material muy parecido al telgopor, y debajo del traje espacial asomaba un par de pies en ojotas. También era extraño que el extraterrestre repartiera volantes de propaganda de una parrilla que, según decía el papel, ofrecía achuras de primera calidad. Livia señaló que eso se hacía, justamente, para disimular y evitar las persecuciones y las críticas de la ciencia oficial. Podía ser, pero no me convenció mucho.
El plato volador estaba estacionado en el centro de la plaza, con un enorme cartel, en rarísimos caracteres, y abajo la traducción al castellano:
Plato Volador José de San Martín,
Venido directamente de Betelgeuse.
Entrada: seis universales (6 U).
Cambio de moneda en la casilla adjunta.
Era sorprendente que una nave fabricada a 425 años luz llevara el nombre de nuestro héroe local, pero pensé que quizás era una de las tantas cosas incomprensibles de la Galaxia. Livia dijo que era simple cortesía.
El plato volador era de veras impresionante (aunque se parecía demasiado al descrito en Andrómeda, de Kart Hysej), pero las paredes eran muy frágiles, como de cartón. Parecían poco prácticas para atravesar 425 años luz, en especial si se tiene en cuenta que el espacio es un vacío absoluto, a 270 grados bajo cero. Se lo hice notar a Livia, pero ella no se impresionó y se limitó a contestarme que la tecnología de Betelgeuse era tan avanzada que bien se podía suponer que hicieran ese viaje con paredes de cartón. Entonces le mostré que las junturas entre el piso, las paredes y el techo no estaban bien ensambladas y que a través de las ranuras se veía perfectamente el pasto de la plaza, pero me pidió que por favor no perturbara la gran experiencia de su vida con mi crudo cientificismo.
La guía extraterrestre que nos acompañaba nos explicaba por señas las diversas cosas que se veían dentro de la nave y que, según se podía presumir, eran objetos de uso corriente en la civilización betelgeusina, pero que a mí me resultaban demasiado familiares: una PC de hace diez años, una máquina de escribir, un teclado electrónico. También habían instalado un mostrador donde se vendían artesanías de Betelgeuse por unos pocos universales: collares (5U), cinturones (10U), dulces caseros (sin que faltara el dulce de leche), algunas conservas y botellas del licor típico de Betelgeuse (60U), que la extraterrestre encargada del stand nos invitó a probar; cuando Livia lo bebió, pareció que se iba a desmayar mientras murmuraba "esto no es de este mundo", pero a mí me pareció que tenía el mismo gusto que el Tía María. "¿Qué tiene de raro? -me dijo Livia cuando se lo comenté-, sabemos perfectamente que la Tierra fue visitada muchas veces. Y si no, ¿quiénes construyeron las pirámides
de Egipto? ¿Y Machu Picchu?" ¿Qué tenía de extraño que los creadores del Tía María también formaran parte de una avanzada extraterrestre?
La explicación de Livia tenía sentido, pero igual todo era muy raro. Como el hecho de que, a esta altura, y para mi sorpresa, me diera cuenta de que había empezado a entender el galáctico. Fue de repente:
-Espe tospo -dijo la guía- sonpo lospo upu tenpe si pi liospo depe copo cipo napa quepe sepe upusanpa enpe bepe telpe gepe upu sepe.
Y entonces tuve la revelación: ¡el galáctico era exactamente igual al jeringoso!
-Espe mapa rapa vipi llopo sopo -dije, en galáctico perfecto-. ¿Por qué dos de los brazos están siempre rígidos?
-Nopo sépe. Apa sípi sonpo laspa copo saspa -me contestó la guía.
Livia me miraba arrobada; quizás empezaba a comprender las ventajas de una educación científica oficial.
Cuando abordamos nuevamente la combi, Livia me dijo que se sentía flotar a varios centímetros del suelo y un aura de felicidad la rodeaba. Yo, probablemente influido por la ciencia oficial, no estaba tan convencido.
No volví a mirar el Plato Volador, pero apenas arrancó la combi, me dijeron, se elevó por encima de la plaza, tomó altura adquirió una velocidad fabulosa y desapareció. Y esa misma noche escuchamos los informes del Observatorio de Arecibo, según los cuales Betelgeuse había entrado en la fase de explosión. Pepe ropo nopo prespe tépe apa tenpe ciónpo.

15 comentarios:

Cine Braille dijo...

Para ovacionar de pie.

Carlos dijo...

Muy ingenioso. Pensar en cuánta guita se gastó y se gasta para detectar extraterrestres y todavía no apareció ni uno. ¿Por qué no ahorrar un poco, che, y consultar a los especialistas argentinos, que son tan numerosos como los economistas que predicen el pasado?

leonardo dijo...

Gracias... los platos voladores son apropiados para comer fideos sobre ellos.

Anónimo dijo...

Espetipimapadopo Lepeoponarpadopo: mejor sigo en terráqueo, para que todos entiendan, no sólo usted, que habiendo descifrado notablemente nuestro idioma galáctico, comete en su reseña errores pueriles, indignos de su científica persona.
Acaso no se dió cuenta de que una nave como la nuestra, capaz de recorrer lo que usted llama insesatamente 425 años luz (son un poco más en realidad...)en un pestañeo; que una nave así, digo, es de energía pura y por tanto no es más que una forma de radiación, para el caso invisible, y los cartones los pusimos para que haya algo para mirar. Extraño sería exponer una nave invisible. El pasto que usted veía a través de las junturas, también lo veía a través de las paredes transparentes de la nave, pero claro, usted solo miraba el cartón pintado, que además lo hicieron unos pobladores locales que quisieron ayudar, no quisimos ser descorteses...
Una cosa más, si me permite: mientras veníamos, se nos ocurrió medir la temperatura del vacío interestelar, con termómetros que usted ni se imagina, y nos dió -273 centígrados de base, más casi tres grados que quedan como remanente del big bang, nos dá unos -270C. De dónde saca usted los -370C? donde están los 100 grados que faltan, eh? Con que midió semejante temperatura? Además nuestra nave igual se la hubiera aguantado, para que sepa.
La última: si tan sólo se hubiera dado vuelta para mirar, hubiera visto como los cartones se quemaban por el rozamiento al alcanzar la velocidad fabulosa con la que llevamos a dar una vuelta de cortesía a los que, al contrario de usted, se animan a creer. Tal vez la próxima...
Un saludo universal de un servidor.

Pablo Segovia dijo...

Supongo que ante tanta ruptura de cánones científicos "ortodoxos" la diferencia de 100°c entre el cero absoluto "normal" y el extraterrestre es cosa de nada

Carlos dijo...

A Leonardo en especial, y a mis colegas en particular. Se señaló un error respecto de la temperatura del vacío. La cuestión es otra: ¿existe la temperatura del vacío, fuera de la ficción? En ese caso, ¿cómo medirla? Sin entrar a cuestionar cuánticamente si existe o no el llamado "vacío", desearía que alguien me responda.

Pablo Segovia dijo...

Claro que existe, sino fijáte en las conservas "Horror Vacui" que están todas envasadas al vacío

Anónimo dijo...

Estimado: se cuenta que los betelgueuses son los inventores de una bebida de propiedades muy particulares llamada fepernepetcoponcopocaca muy consumida por los habitantes de esa zona

pablo solís dijo...

Es posible reproducir este artículo en mi revista de Capilla del MOnte?
uritorkidas.com.ar

leonardo dijo...

Pablo: claro que podés reproducirla, si ponés el créditop y mencionás el blog. ¡que a los capillenses les guste y no se enojen!

Sobre la temperatura del vacío: evidentemente cometí un error, con eso de los 370 grados... ya enseguida lo corrijo

Respecto a si existe la temperatura del vacío.... ¿por qué no va a existir? Se pone un termómetro y listo.

Otra cosa es SI existe el vacío.... pero eso es muy largo para poner aquí.

Gracias a todos y un abrazo
Leonardo

Carlos dijo...

Principio 0 de la termodinámica (Resnick-Halliday): "Existe una cantidad escalar, llamada temperatura, que es una propiedad de todos los sistemas termodinámicos en equilibrio. Dos sistemas están en equilibrio térmico si y sólo si sus temperaturas son iguales".
Un sistema sería el termómetro, pero habría que identificar al otro.
Creo que si uno saca un termómetro, desde un plato volador, por ejemplo, el termómetro mide la temperatura del termómetro y no otra. Por supuesto, con el tiempo, el termómetro emite - o recibe - radiación. La temperatura final, indicada por el termómetro, dependerá de la ubicación de nuestro plato volador. Si anda cerca del sol mejor tocarlo con guantes.

rober dijo...

respecto a la temperatura del vacio y la imposibilidad de medir "el vacio", no es tan asi. La temperatura es la del "espacio", la del fondo de radiacion cosmica, donde hay mucho mas que vacio solo, esta lleno de radiacion, principalnmente. Asi como una cosa a 6000 grados se ve blanco brillante, a 2000 se ve anaranjada y a 1000 rojiza, hay un "color" (una frecuencia del espectro electromagnetico, desde radio a raxoy gamma pasando por visible) que corresponde a cada temperatura. Para medir la temperatura del fondo del espacio, se dirige un radiotelescopio muy sensible a donde no se ve nada (o se ve muy poco), y se detecta ese "color", que resulta ser de unos 3 grados kelvin, 270 C bajo cero.

Carlos dijo...

A rober. Interesante tu comentario y tu "termómetro". Sin dudas, el descubrimiento del ruido de fondo de microondas fue importante. Voy a pensar en tu comentario. Te respondo por este medio porque me aparece "no reply".

Anahí Flores dijo...

Excelente.

Ezequiel Del Bianco dijo...

Leonardo:

El texto del blog está corregido, pero yo lo leí este texto en el libro Los mitos de la ciencia, cuando de repente me empezó a doler el ojo, hasta que noté que era por esos 370ºC bajo cero :-)

Excelente artículo, lo tomé prestado en mi blog http://www.proyectosandia.com.ar/2009/11/extraterrestres-al-pie-del-uritorco.html

Pasá a mirarlo, y avisame si te molesta (está debidamente citado y demás).

Es la primera vez que le pido permiso al autor para "reproducir de forma total o parcial el texto".

Felicitaciones por todos tus escritos Leonardo :-)