DIALOGO CON ALICIA BRUSCO, DOCTORA EN BIOQUIMICA, INVESTIGADORA DEL CONICET
El consumo del alcohol y otras sustancias, como la marihuana, durante el
embarazo puede traer malas consecuencias. Aquí, el Jinete se entera de
los cambios que se producen en el sistema nervioso y las relaciones
neurogliales.
–Usted es la directora del Instituto de Biología Celular y Neurociencia de la Facultad de Medicina de la UBA.
–Así es.
–Y yo soy un Jinete Hipotético.
–Sí, se ve.
–Bueno, me alegro. Cuénteme lo que hace aquí.
–A ver... Le cuento en resumidas cuentas. Toda mi vida trabajé en el
sistema nervioso, básicamente en la parte morfológica. Cuando me
incorporé al instituto, la parte de morfología, estudio a nivel de
microscopía óptica y electrónica, fue la base de todo, y estudié las
relaciones neurogliales...
–¿Neurogliales?
–Son las relaciones que establecen las neuronas con células de la
glía. La glía son los tipos celulares que están en el sistema nervioso,
que junto con las neuronas componen el parénquima fundamental del
sistema nervioso. En general, se habla de las neuronas y las sinapsis,
pero la glía tiene mucho que ver. Entonces siempre estudié esas
relaciones y dentro de las neuronas estudié el sistema serotoninérgico.
–¿Qué tipo de células son las células de la glía?
–Hay de varios tipos. Yo me dedico fundamentalmente al estudio de
las relaciones entre las neuronas y la astroglía (o astrocitos). Son
células que preservan el medio ambiente y dan la estructura para que las
neuronas puedan funcionar e interconectarse unas con otras. Los
sistemas neurotransmisores tienen que estar en un equilibrio
determinado. Cuando hay algo externo que lo altera, no sólo se alteran
las neuronas sino que también se alteran las células de la glía
respondiendo a esa injuria. Desde hace diez años, entonces, estamos
estudiando con mi grupo el alcoholismo materno-fetal. Nosotros lo que
hacemos es desarrollar un modelo en ratas, que ya está ampliamente
estandarizado en la bibliografía, pero hay cosas que todavía falta
analizar. Entonces nosotros tenemos ratitas a las que exponemos a
alcohol. A las madres las mantenemos en una alcoholemia baja y vemos qué
le pasa a la cría. La cría tiene alteraciones que condicen, de alguna
manera, con lo que uno ve en la clínica médica que les ocurre a los
hijos de madres alcohólicas. La idea es tratar de desentrañar los
mecanismos por los cuales el alcohol actúa sobre las neuronas y sobre la
glía produciendo esas alteraciones, para ver si uno puede revertir ese
daño.
–¿Cómo actúa el alcohol sobre las neuronas?
–Por ahora lo que encontramos son alteraciones muy importantes a
nivel de la morfología neuronal. La neurona tiene un cuerpo determinado
que, si se altera, modifica las funciones. Hay una importante alteración
del citoesqueleto. En el mundo actual, la juventud está tomando alcohol
con bastante asiduidad y no se tienen en cuenta las consecuencias.
Nosotros tenemos un estudio que hicimos en ratas adolescentes. Les dimos
alcohol durante seis semanas y después les dejamos un período de
abstinencia. Las ratas con alcohol bajo se la bancan bien, no tienen
alteraciones mayores del comportamiento. Uno ve que si la deja, después
de las seis semanas con alcohol, diez semanas sin, la rata puede
revertir muchas de las alteraciones morfológicas que nosotros señalamos.
Salvo en corteza cerebral, donde las neuronas siguen alteradas. Eso
debe tener que ver con algunas alteraciones cognitivas que tiene el
alcohólico que se recuperó.
–¿Y cuando la alcoholemia es alta?
–Todo se complica más, porque hay una intoxicación. Nosotros no
estamos intoxicando, estamos produciendo un efecto tóxico suave. Ahora
estamos trabajando en el desarrollo embrionario para ver cómo migran... A
ver, antes tengo que decirle esto. Nosotros tenemos una corteza
cerebral que está estratificada, en la cual las neuronas tienen que
estar en determinado lugar, con determinadas conexiones con el entorno.
Durante el desarrollo prenatal esa estratificación cortical se ve
alterada y, del mismo modo, se ve alterada la migración neuronal.
Entonces estamos estudiando esos efectos que ocurren a nivel de sistema
nervioso.
–¿Y es muy grave la situación de alcoholemia de las mujeres embarazadas?
–Yo creo que no hay todavía un gran estudio epidemiológico que nos
provea esos datos. Pero de todas maneras, está muy documentado. El
síndrome alcohólico fetal está bien estudiado desde hace más de un
siglo. Y se ve de todo: si la alcoholemia es alta se puede producir
incluso un aborto, o crías con problemas cráneofaciales importantes,
desarrollo del sistema nervioso central muy disminuido (con lo cual se
ven niños con retraso mental, epilepsia). Hay toda una gama de
alteraciones que produce el alcoholismo materno, que van desde algo que
puede pasar inadvertido (como, por ejemplo, problemas de conducta)
hasta, como le decía, otras alteraciones graves.
–Cuando habla de alcoholismo, ¿a qué se refiere? ¿Una mujer embarazada no puede tomar un vaso de cerveza?
–La verdad es que no es aconsejable. Yo la parte clínica no la
manejo en profundidad, pero habría que tratar de que, si toma, tome lo
menos posible. Y hay determinados períodos críticos del desarrollo
embrionario que son cruciales para el desarrollo. En la rata la
gestación dura 21 días más una semana posnatal...
–¿Por qué?
–Cuando nace todavía no tiene el sistema nervioso maduro. La primera
semana de vida en la rata es equivalente al tercer trimestre de
gestación de los hombres. Todo esto iba a que depende del período de la
gestación el daño que produzca el alcohol.
–Es alarmante lo que me cuenta.
–Sí, lo es. Lo más alarmante sin dudas son las chicas que no se
cuidan, que pueden quedar embarazadas sin saberlo, que dos o tres veces
por semana toman alcohol en muy grandes cantidades. Eso es lo más
complicado. Concientizar a las chicas es una tarea fundamental.
–¿Qué más quiere contarme?
–Bueno, la otra línea en la que trabajo es con el sistema
canabinoide. El sistema canabinoide es aquel en el sistema nervioso
central sobre el que actúan los efectos trópicos de la marihuana. Lo que
estamos analizando, justamente, es qué pasa si durante el desarrollo
embrionario tratamos a la madre con una sustancia sintética agonista de
los receptores canabinoides que hay en el sistema nervioso central.
–O sea, una sustancia que va a ir a parar a esos receptores canabinoides.
–Exacto. Que va a ir adonde va la marihuana. Ahí vemos que durante
el desarrollo embrionario los efectos no son tan drásticos como con el
alcohol, pero que hay alteraciones en la migración neuronal, en la
ubicación de neuronas en corteza, y eso también tendría que ver con
alteraciones que se observan en hijos de madres consumidoras de
marihuana. Como la marihuana, por otro lado, según algunos postulan,
podría tener algunos efectos neuroprotectores, estamos desarrollando con
una becaria un modelo de “stroke” (producimos una hipoxia cerebral) y
analizamos si agonistas o antagonistas de canabinoides podrían tener
efectos sobre la reparación.
–¿Y tienen?
–Estamos en una etapa muy preliminar, pero estamos obteniendo resultados alentadores.
–¿Tiene efectos reparadores?
–Podría tenerlos, sí. Lo cual no quiere decir que uno tenga que
fumarse diez porros por día. Además hay que tener cuidado, porque yo
estoy trabajando con un agonista en particular, pero hay muchas
sustancias diferentes. La marihuana, de hecho, tiene un montón de
sustancias y algunas de ellas muy nocivas. Ojo, entonces, que la cosa no
es tan llana y transparente. Lo que tratamos de hacer nosotros,
entonces, es desarrollar modelos con sustancias que pudieran tener algún
efecto neuroprotector frente a alguna injuria. En una colaboración, por
ejemplo, producimos una falta de oxígeno en la célula. Y vemos que
administrándole a la rata un agonista de receptor canabinoide se
producen efectos reparadores en la conducta motora y en la estructura de
la zona lesionada.
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