viernes, 25 de enero de 2013

Materia y energía



Verás árboles y estrellas, verás el vidrio blanquísimo

verás a las hormigas caminando hacia la nada.

Verás el espejismo que de pronto

desaparece

y el lento marchitarse de la tarde

y la aurora feliz, y el viento norte

que reseca la piel.

Todo verás: el trigo, y los planetas,

el átomo sencillo y seguro de sí mismo.

y el vacío que ocupa el universo.

Verás la apariencia y la forma

y el rayo y la voz y la tintura

que cambia los colores.

Y te dirás : ¿qué es lo que hay?

¿qué es lo que existe verdaderamente?

Paisaje, de Enrique de Ramés.






Primero vino el fuego, el árbol que ardía,

la floresta incendiada que aquellos hombres monos mirarían pasmados. Luego la quemadura y el grito. Lo llevaron los barcos, y hubo ciudades incendiadas y enseguida el grito de las mujeres que eran violadas y arrastradas a las naves: así los aqueos arrasaron Troya, dejando detrás de ellos la Ilíada y un nombre sin ojos y sin cuerpo : Homero.







- Incendio en Malibú.




Después vino el vapor, moviendo máquinas,

y escapándose por altas chimeneas enceradas.

El vapor no cuenta historias: sólo un silbido

sólo la fuerza que mueve el pistón, o el agudo

grito chirriante que anuncia el comenzar de una jornada.




- Incendio en Malibú.




Primero vino el fuego, la chispa bienhechora

que garantizó la comida, la defensa y la cerámica.

Primero vino el fuego, y en su entorno

se tejieron leyendas.

El fuego fue domesticado, y encerrado,

en calderas y aparatos. Invisible.

Siguió latiendo.




¿Dónde hay fuego?







¿Dónde hay fuego

en el cemento, en la ciudad, en los suburbios

donde anida el desamparo?

¿Qué se hizo de ese fuego ancestral, de los fogones

que encendió algún dios olvidadizo?

¿Dónde hay fuego?




Pero un día sopló el viento del desierto y esa chispa

que inadvertidamente prendiste, aquel mísero resto

del cigarrillo que abandonaste a su suerte,

la curiosa sensación de calor, que deseaste,

el anhelo ancestral,

volvió,

creció como la guerra, o como el trigo,

y quemó tu mansión de celuloide

la dulce fábrica de sueños, el temible

poder del dinero, la soberbia

casa que se levanta entre jardines,

donde niños dorados se ofrendan al Sol

y los mayordomos urden tramas policiales.




- Incendio en Malibú.




Un día sopló el viento del desierto, caliente y seco como el Poder (o la Justicia.

Y una mansión y otra mansión y una tercera

se hundieron en un mundo de tinieblas

donde azorados e impotentes hombres monos

sólo atinan a refugiarse en el mar.


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