Las diversas ramas del protestantismo fueron ganando millones de adeptos en todo el mundo, a veces escudadas en el vínculo directo con la divinidad y otras en el más puro marketing. César Ceriani Cernadas, doctor en Antropología por la Universidad de Buenos Aires y especialista en religiones, traza un arco que va desde los mormones hasta la Iglesia Universal del Reino de Dios y analiza un fenómeno que, en Argentina, ya está comenzando a echar raíces en la clase media.
Por Leonardo Moledo y Nicolás Olszevicki
–¿Por qué no nos cuenta un poco de qué se trata todo esto que se cuenta arriba?
–Toda mi carrera ha estado un poco ligada a lo que podríamos llamar el costado heterodoxo del protestantismo norteamericano y las unidades religiosas como los mormones, que tienen una trayectoria bastante amplia y que se han caracterizado por un fuerte énfasis en la evangelización.
–¿Hay muchos mormones acá?
–En Argentina, más o menos. Ese es un tema del que habría que hablar: las estadísticas. Anotados como miembros de la Iglesia, bautizados, hay algo más de 300 mil.
–Los mormones son la Iglesia de los Ultimos Días, ¿verdad?
–Exacto. Siempre estuve vinculado a ese campo de las heterodoxias religiosas del protestantismo, su difusión en Argentina, en Latinoamérica (especialmente la mormona). Pero también trabajé con otros proyectos dentro del campo de la antropología-sociología de la religión con grupos llamados esotéricos...
–Bueno, cuénteme qué pasa con los evangélicos en la Argentina. ¿Crecieron? ¿La Iglesia Católica está alarmada?
–Eso es muy interesante, porque es evidente para todos los analistas que de 20 años a esta parte ha habido cierta reestructuración en el campo religioso nacional. Es decir, muchas congregaciones que ya estaban presentes en el país en los años ’50 y ’60 (evangélicos, pentecostales) comienzan a hacerse más visibles, a adquirir más notoriedad y también a tener más gente en sus cultos. Eso cambió un poco el panorama. Estudios sobre Latinoamérica, más regionales, también parecen evidenciar esta especie de cambio religioso, aunque se mantenga una presencia de la Iglesia Católica muy fuerte en el plano institucional. La incidencia de la Iglesia Católica en la arena nacional, en las cuestiones que tienen que ver con la política y la sociedad, sigue estando muy presente, mientras que lo que está más relacionado con lo espiritual, con la profesión de fe, decrece bastante.
–¿Y a qué se debe?
–Como todo fenómeno social, hay muchos factores. Podemos pensar en cierta anomia social, sobre todo en los contextos donde se difunde tanto el evangelismo, como en las comunidades andinas o preandinas (en Catamarca, por ejemplo). Una alumna mía hizo un trabajo en Antofagasta de la Sierra sobre la difusión del evangelismo, y encontró que mucha gente que se convierte está a la espera de tener una participación cada vez más activa en su religión, teniendo en cuenta las vidas rutinarias y duras que llevan. La llegada de estas iglesias les permitió, en un contexto donde el catolicismo llegaba muy poco, tener una participación más activa, un contacto con la divinidad más cercano.
–¿La anomia lleva al evangelismo por esa razón?
–Bueno, al haber muy poca estructuración (ya sea en lo laboral, en lo emocional) se genera una falta de contención que puede ser llenada por muchas cosas. El evangelismo es una...
–Ante la falta de estructuración social la gente se siente un poco perdida. Podría buscar la estructuración en la Iglesia Católica, pero no lo hace. Opta por el evangelismo, que tiene una estructura mucho más directa, no tiene una jerarquía, no tiene un Vaticano... ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no buscan eso en la Iglesia Católica, que parece más estructurada?
–Bueno, ahora la Iglesia Católica está buscando recrear esa presencia activa del fiel, del creyente. Yo creo que, en muchos casos, ante la sensación de vacío, la Iglesia Católica no da respuestas. Muchos prefieren un tipo de religiosidad distinta, con más expresividad corporal, sin mediación ante la divinidad, con un contacto directo con el Espíritu Santo. También tiene mucho que ver la cuestión de la autonomía: las Iglesias protestantes a lo sumo están en alguna red de federaciones, o de alianzas bastante inconsistentes, pero cada congregación es autónoma. De ahí que sean tan cismáticas, que haya tantos procesos de escisión. Esos pequeños liderazgos locales tienen su propia dinámica.
–¿La teología de todas esas iglesias es la misma o varía mucho?
–Hay cierta teología que se comparte: el contacto abierto con la Divinidad para recibir salud, tener prosperidad material, cierta dimensión estética (el baile, la danza, el canto). Una dimensión estética que no es para nada menor. Fíjese que también fue muy importante en el catolicismo y en el período barroco. Recuerde el catolicismo popular y las nuevas devociones que tienen una carga estética fuertísima.
–¿Por ejemplo?
–El Gauchito Gil.
–Esas devociones al Gauchito Gil, o a San Cayetano, ¿no son también una forma de contacto directo? ¿No son una forma de protestantismo?
–En el sentido del contacto directo, sin duda alguna. Si uno va y habla con un devoto, éste le va a decir: “Yo voy, le pido algo al Gauchito y él me cumple”. Hay algo muy personal allí. Pero hay que tener en cuenta que la teología protestante diría que tanto el Gauchito como San Cayetano son mediadores y que el diálogo debe darse directamente con el “patrón”. De todos modos, ésa es una sutileza teológica; desde el punto de vista de la vivencia subjetiva, son iguales.
–¿Qué clases sociales son las que se están convirtiendo al evangelismo?
–Desde los años ’60, con los primeros estudios sobre el pentecostalismo evangélico en América latina, se lo vinculaba mucho con los sectores populares y con el cambio estructural económico (el empobrecimiento, la migración del campo a la ciudad) que generaba una suerte de anomia. La teología de la prosperidad, de la posibilidad de recibir bendiciones divinas de manera directa, atrajeron las esperanzas utópicas de los sectores más pobres. En general, no es difícil advertir que el pentecostalismo efectivamente crece con más ímpetu en las clases populares. Pero también es necesario admitir que hay variaciones: el evangelismo tal vez menos pentecostal...
1 comentarios:
Creo que hay un detalle no menor que no se menciona (obviamente no en forma voluntaria) y que está en el génesis de este fenómeno. Ceriani menciona los últimos veinte años y es certero.
El detalle es la reunión de 1982 entre el papa JP II y Reagan. Una alianza de la que se puede leer mucho en serios informes de público conocimiento.
Parte de la política acordada para Latinoamérica incluía (recordar el apoyo de EEUU al despiole del Banco Ambrosiano y la muerte de JP I):
- Combatir al marxismo en todas sus formas y contactos. Esto implicaba la destrucción de la Teología de la Liberación.
- El Vaticano habría de permitir para ello la libre circulación de los grupos religiosos proyanquis en los lugares donde las teologías populares se desarrollaban peligrosamente.
- El Papa no condenaría abiertamente las dictaduras de derecha, pero sí cuestionaría abiertamente a los partidarios de las iglesias populares. Recuérdese aquí el episodio del desprecio público a Ernesto Cardenal.
Es para seguir, pero creo que este fenómeno tiene raíces en la superestructura del poder mundial, además de las condiciones sociales excelentemente expuestas en el artículo.
Abrazo
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