La Facultad de Ciencias Exactas es un edificio por muchas razones extravagante. Data de fines de los años cincuenta, y fue terminado en la década siguiente. Ese solo dato bastaría para configurar un misterio, ya que los años sesenta fueron extraños, misteriosos. Como entonces predominaba una variante local -aunque algo folklórica- del internacionalismo académico, el edificio fue diseñado por un arquitecto noruego y toda su concepción está dirigida a soportar los rigores del invierno escandinavo. Fue, más que nada, una aventura teórica, y así nació ese palacio nórdico de dos pisos, arbitrariamente colocado frente al río, donde sobrevuelan los efluvios y la inmundicia de los balnearios municipales. Algunos metros más allá, se elevan dos pabellones más: son grises, feos, están desde hace años sin terminar y recuerdan vagamente los dibujos de Piranesi.
Adentro del edificio las escaleras y los pasillos se entrecruzan sin mucha lógica. Hay ascensores también, ascensores viscerales, automáticos, que se mueven misteriosa y lentamente en las entrañas del edificio, y que casi nunca funcionan. De todas maneras, a los alumnos no les está permitido utilizarlos. El duro aprendizaje de la ciencia se hace a escalera limpia.
Los pasillos, por otra parte, rara vez conducen a lugar alguno. Son más bien conceptos que recursos de la arquitectura. Y si algún alumno avispado logra preguntarse: ¿a dónde va? ¿a dónde vamos con todo esto?, le contestan que los pasillos, plataformas y pasadizos, como los enigmas, solo culminan en recovecos. Pero los alumnos no suelen comprender esto, y forman centros de estudiantes, asociaciones de protesta y comisiones de reparación que recuerdan al SCOF.
En el segundo piso, se amontonan las oficinas de los profesores full-time del Departamento de Matemáticas, a lo largo de un corredor que se pierde en las tinieblas del sector sudeste (lo cierto en que en ese edificio conviven cuatro ciencias que se toleran difícilmente y luchan todo el tiempo entre sí). Las puertas son herméticas, ligeramente macizas, completamente lisas y construídas en la bella madera de chilenel. Una minúscula plaqueta en el ángulo superior derecho de cada puerta, indica la identidad del ocupante.
El lógico había sido asesinado en la mitad de ese preciso corredor, en el corazón mismo del Departamento de Matemáticas de la Facultad. Hay mucho de empírico en este nuevo cadáver, en este corredor. Como era de prever, asistimos a una repetición: un grupo de tres alumnos murmuraba cerca del muerto. Quién se acuerda de un lógico una vez que esta muerto y de su cuerpo, con el suspiro final, como antes escapaba el alma, ha escapado hasta el último de los metalenguajes ? Los alumnos se santiguan; son costumbres atávicas que han recrudecido de repente, ante el giro que tomo la situación, y las preguntas infantiles que suscita un cadáver. Esto mismo me va a ocurrir a mí? Habrá resurreccción de la carne? La lógica: sobrevive a la muerte, o desaparece con ella? Es sólo cuestión de tiempo?
No debe sorprendernos este tipo de preguntas: pese a cierta fingida madurez, los alumnos no han abandonado aún la adolescencia, y en todo caso se han desprendido de ella como quien se saca un traje para vestir ropas más deportivas. Como un pájaro, que abandona un plumaje y se siente todavía incómodo en su nueva condición. Por eso esos murmullos de desaprobación ante la muerte, que surgen deformados, del mismo modo que surgen deformados en la boca de la Dama de la Torre, que no sabe ya en que idioma suspirar, mientras retoza, en su cama de badalquines y borlones, en brazos de un jorobado infame. Cómo se ha filtrado ese monstruo deforme en esta realidad compacta? No importa. Desaparecerá con ella, será arrastrado por el fluir de la novela, sin dejar rastros.
Los alumnos, en cambio, no. Seguirán estando. Han abandonado ese aire de neorrealismo italiano que alguna vez tuvieron, cuando a través de siglas y banderas estaban aliados con las verdaderas fuerzas que un día iban a cambiar al mundo. Abandonaron la lógica dialéctica, la lógica hermenéutica, la lógica simbólica, para chillar como marranos reclamando la continuidad de la sociedad civil que aceptan sólo en calidad de rampa o trampolín para el ascenso social. Se adecuan ahora al estilo del Nuevo Orden, que gira como una calesita sobre el pivote común del jean y la remera, que sobrevuela la moto y la estampa del Che Guevara. Perciben la vida como un fluído sutil que corre con debilidad por las cañerías de la sociedad de masas. La realidad ha terminado por ser pura experiencia empírica, tiene consistencia televisiva y es en la pantalla donde, con su adolescencia abandonada a cuestas, miran azorados a los policías, que, adultos detentadores del poder,zumban alrededor del cadáver, dibujando su forma en el suelo de baldosas del Departamento de Matemáticas, tratando de captar la precisa posición del más allá.El rostro de los policías les parece brutal, pre-hegeliano. Alguien saca fotos. Los policías, por cierto, también miran televisión.
El Comisario Inspector dialogó brevemente con ellos. -Un balazo esta vez,- me comentó.-Por lo menos hay alguna variación.
-Y el arma?
-Misterio.Misterio total. Desapareció como una vulgar electrodisipadora. Lo malo que tienen estos asesinatos es que nos dejan cadáveres perfectamente lógicos, es decir, sin fisuras que puedan conducir a la verdad.
-Esas son todas las conclusiones que sacó?
El Comisario Inspector dirigió una mirada despectiva a los policías -para sacar conclusiones hay siempre un único camino: recurrir a las fuentes del poder. Antes que ponerme a mirar huellas digitales y compararlas con las de Bertrand Russell, prefiero entrevistar directamente al Director del Departamento de Matemáticas.
Pero no es tan fácil. La secretaria del Director del Departamento de Matemáticas nos cierra el paso. Es una rubia bonita y convencional, perfecto subproducto de la burocracia universitaria.
-Imposible verlo dice está en una reunión. Una reunión importantísima con el embajador de Inglaterra.
-Acaba de producirse un crimen le informo
Ella se encoge de hombros. Y qué le importa un crimen? A lo largo de su experiencia como burócrata de la facultad, ha visto muchos crímenes. Ha visto alumnos arrancados de las aulas y conducidos,en autos sombríos,hacia un destino incierto.Ha presenciado tiroteos en los techos, y chicas y chicos arrastrados, moribundos, hacia los baldíos que conforman el justo fondo de la Ciudad Universitaria. Y alguien se conmovió por eso? Apenas un puñado de mujeres locas y empecinadas.
-Pero es urgente que lo veamos -argumenté, mientras el Comisario Inspector sacaba su credencial y la colocaba sobre la mesa. Mi desesperación no surtió efecto, pero la credencial produjo una reacción instántanea. Aterrada, la secretaria rompió los sellos que clausuraban la reunión de su amo, y un instante después, el mismísimo Director del Departamento de Matemáticas, en la puerta de la Dirección, nos daba la bienvenida.
Era un viejito simpático, algo octogenario, que había alcanzado esa alta posición por los avatares de la política. De matemáticas, lo desconocía casi todo: su especialidad era la Historia Natural, y su sonrisa bondadosa reflejaba un pasado de herbolarios y bosques petrificados, de paciente observación de las aves migratorias y colecciones de huesos en vitrinas ad-hoc. Algo de los ríos precámbricos campeaba en su voz, elementos dispersos de geologías pretéritas, y células iniciales que pacientemente habían abierto su camino a través de la maraña prehistórica para dar paso a la multiplicidad de las especies.
Sobre un sillón de respaldo alto y plagado de almohadones, se reclinaba el embajador inglés,un hombre mediano y hermoso, sorprendido por la incesante maravilla del mundo, de edad regular no perturbada por ninguna arruga, muy propenso a la megalomanía y la nostalgia. Lo atraía lo mórbido, y su pasión principal era la paranoia que cultivaba como un deporte de moda, sin tomársela muy en serio. Despreciaba a su país y en general a todos los demás países, a los que consideraba simples aberraciones de un planeta demasiado confiado en sí mismo.
-Incorpórense a la reunión dijo el Director del Departamento de Matemáticas la diversidad y el choque de ideas no pueden sino enriquecernos.
-Este es el segundo lógico asesinado dijo el Comisario Inspector sentándose sobre el brazo de un sillón algo pesado y un poco grande para las dimensiones de la Dirección.
-Y el único lógico que teníamos nosotros dijo el Director del Departamento de Matemáticas,consternado Parece ser un problema, porque, según me dicen, la lógica es imprescindible para el correcto funcionamiento de las matemáticas. Eso no ocurre en la biología, donde todas las cosas, felizmente, son al azar. Ahora, deberé contratar a otro lógico, y no me queda ningún cargo para ofrecerle.
- No puede usar este mismo cargo, tan desgraciadamente vacante? preguntó el embajador inglés .
-Por una disposición de la Facultad, los cargos no son hereditarios profesionalmente dijo el Director del Departamento de Matemáticas fué establecido a instancias del Departamento de Biología, que considera que de este modo se favorece la selección natural.
-La selección natural es el peor sistema posible dijo el embajador inglés los resultados lo demuestran perfectamente y se sumió en una ensoñación: Tennyson y Shelley no eran ajenos a ella. T. S. Elliot, sin embargo, había quedado afuera.
-Ustedes necesitaran algunos datos- dijo el Director del Departamento de Matemáticas, revolviendo una caja llena de papeles a ver..... no se como se llamaba... en realidad, lo conocía muy poco. Cuando accedí a la direccción de este departamento, debido a las intrigas del Departamento de Biología, mis asesores y el centro de estudiantes me reclamaron lógica.
-Es natural. dije.
-No lo sé dijo el Director del Departamento de Matemáticas Yo soy biólogo. Las matemáticas me aburren profundamente, y en realidad las ignoro por completo.
- Y entonces por qué aceptó este cargo ?
- Intrigas políticas dijo el Director Mi querido señor: la política y la ambición forman una combinación espantosa. Usted no se imagina las cosas que ocurren en esta Facultad. Pero querían lógica, y les dí lógica. Contraté a este señor. Y ahora lo acabo de perder!
- Y de dónde lo sacó?
-Lo pedí a SOLOG, que me lo mandó enseguida.Lo cual desmiente, dicho sea de paso, la acusación de ineficiencia que siempre pesa sobre las instituciones filosóficas. Qué es lo que necesitan?
-Todos los datos posibles.
- Desgraciadamente, no tengo ninguno. Ignoro hasta el nombre que tenía. Pero pueden pedírselo a mi secretaria. Yo sólo me ocupo de asuntos académicos. Lo único que puedo decirles es que, mientras lo asesinaban, alguien vió desde las ventanas pasar un Peugeot azul.
El embajador inglés pareció despertar hay algo que quería comentarles dijo. Ayer tuve un golpe de suerte. Un anticuario de San Telmo me vendió una electrodisipadora en perfecto estado, por unas pocas monedas. Inglesas, es verdad, pero no por ello dejan de ser pocas, y de ser monedas.
- Una electrodisipadora? -pregunté.- Y para qué la quiere?
-Soy un apasionado de las máquinas dijo el embajador inglés- y las colecciono. Verdad es que mi colección, hasta ahora, consta de un único objeto, pero la unicidad tiene indudables ventajas, especialmente en lo que hace a clasificación y almacenamiento.
-Es verdad- admití.
-La única verdad es la realidad dijo el Director del Departamento de Matemáticas, confundiéndose de década.
-La única verdad esta en lo microscópico corrigió el embajador de Inglaterra. Complicadas maquinarias de abastecimiento fúnebre se condensaban en el aire abarrotado de la Direccción.
- Y por qué cree que lo mataron? -pregunté al anciano naturalista.
El director del departamento se encogió de hombros la muerte es un fenómeno natural. La biología descriptiva no puede comprenderlo ni evitarlo. Ni siquiera confirmarlo. Me han dicho que para eso están los médicos.
-Y los policías completó el embajador inglés.
-Me parece que no vamos a sacar grandes conclusiones aquí dije al Comisario Inspector mejor probemos con la secretaria. Para este tipo la facultad es sólo un escenario donde se manifiestan a su modo las leyes generales de la biología.No creo que un asesinato pueda impresionarlo.
- Y para qué quiere grandes conclusiones? -preguntó el Comisario Inspector
-Grandes Ilusiones corrigió el embajador inglés .
- Me podría decir dónde compró la electrodisipadora?- le pregunté.
-Por supuesto el embajador inglés garabateó una dirección sobre una tarjeta en blanco usted también se interesa en la tecnología?
-Algo así dije mientras salíamos. La secretaria, impresionada por nuestra familiaridad con los poderosos, nos proporcionó sin chistar todo lo que le pedimos: nombres, direcciones y teléfonos, ya que para eso, y no para otra cosa, están las secretarias.
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